Vapor en el espejo
Por Sara Gallardo
Tokio se llama la tintorería de mi barrio. Su dueña, desde una mesa,vigila los trabajos.
Casi no habla.
El día que me hicieron rector en la Universidad fui a hacer planchar mis pantalones.
Los muchachos me dieron una bata mientras esperaba.
Por pudor, la madre dejó el puesto.
Lo ignora: enseño lenguas orientales.
Pude leer, en la mesa, qué escribía: Aquí estabas espejo cuatro años escondido entre papeles. Un rastro de belleza perduraba en tus aguas. ¿Por qué no lo guardaste?
De alguna cosa sirve, comprendí esa tarde, ser rector de la Universidad,experto en lenguas orientales, dueño de un solo pantalón.
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