Horacio es analfabeto, trabaja de cartero en un pequeño pueblo llamado Francisco Álvarez. Conoce muy poco de letras y el uso de los números a través del dinero. "Conozco las letras, lo que pasa es que no se unirlas", explica sonriente. Es paradójico tener oficio de cartero y no saber leer. Pero el contexto y la fuerza de voluntad, hacen posible que trabaje repartiendo las cartas que siempre llegan a destino.
De vez en cuando, pide la colaboración de una buena persona para encontrar al destinatario del pequeño y complicado sobrecito.Tiene 54 años y a esa edad no pretende leer, no es fundamental para él. Sin embargo, entre tantas limitaciones, ni siquiera puede acordarse de todo lo que olvida pues no puede anotarlo ni agendar. Lo que borra la memoria no existe.Pero como todo minusválido, los analfabetos desarrollan habilidades especiales para sobrevivir y aprender. Horacio inventó un nuevo sistema de símbolos para acordarse de las cosas.
No fue a la escuela y no tiene faltas ortográficas en la oralidad. La historia la tiene en su mente, en sus recuerdos.
No hay otra historia más que la de su vida, las imágenes y los recuerdos son su escritura.
"Categorizar a los analfabetos como personas que no poseen los instrumentos mínimos de la cultura, es una forma de justificar la marginalidad" donde los incluyen cuando se escribe la historia. Por eso, entre otras razones, la historia oral no tiene buena prensa. "
Horacio no va a poder leer esta nota, por lo tanto no existe y no está escrita para su registro cotidiano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario