El alcoholismo, el tabaquismo y la drogadicción son tres epidemias contemporáneas que afectan de modo muy especial a la juventud, el segmento más vulnerable de la sociedad.
Pese a que la legislación prohíbe su venta a menores, el consumo de alcohol entre los adolescentes argentinos es cada vez más masivo: el 73 por ciento de los varones y el 63 por ciento de las chicas de entre 15 y 19 años toman bebidas alcohólicas, según revela un estudio realizado por el Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires (UBA). La investigación contiene otro dato aún más significativo: el 95 por ciento de los adolescentes que toman alcohol dice que cuando lo hace "pierde el control sobre su conducta". La encuesta fue realizada entre 2006 y 2007 entre 4971 chicos que en ese momento cursaban el secundario en 85 escuelas públicas de veintiuna provincias y de la ciudad de Buenos Aires.
En los hospitales porteños se atienden cada vez más adolescentes que llegan borrachos. En la guardia del hospital Fernández, por ejemplo, en el 2005 fueron atendidos 289 menores de 20 años, según informó el jefe del Servicio de Toxicología, Carlos Damín. En 2006, la cantidad había sido algo menor, aproximadamente unos 270 jóvenes. Por otra parte, en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez también atienden cada vez más chicos ebrios. En los primeros cinco meses de este año, fueron atendidos allí 22 pacientes de entre 7 y 17 años por presentar síntomas de intoxicación alcohólica.
Otro dato significativo es el que aporta Alcohólicos Anónimos (AA) que señala que los jóvenes ya son un tercio de los que concurren en busca de ayuda, cuando históricamente estaban acostumbrados a tratar con hombres y mujeres mayores de 40 años. En la actualidad, es muy importante la cantidad de chicos de entre 16 y 22 años, y la mayoría llega con dos problemas: las drogas y el alcohol. Se estima que en la Argentina hay casi 2 millones de alcohólicos.
Según datos de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), por año mueren en el país unas 25 mil personas por causas relacionadas con esa adicción.
Las consecuencias del abuso de bebidas alcohólicas son graves. Mientras dure la borrachera y el alcohol esté en la sangre, pueden aparecer vómitos, náuseas, mareos, disminución de la agudeza visual y, en los casos más severos, pérdida de la conciencia, que puede llegar hasta el coma. En cambio, para los alcohólicos crónicos, las consecuencias son más graves: lesiones cardiológicas, mayor incidencia en tumores hepáticos y problemas digestivos como úlcera, gastritis y cirrosis, entre otras.
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