Robert Howarth |
A igual cantidad, el metano es un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono, sobre todo a corto plazo; en ese sentido, el metano tiene sobre el calentamiento global un impacto 105 veces mayor que el del CO2. El mayor protagonismo de este último en el calentamiento global se debe a lo muy abundante que es.
Howarth alerta de que incluso los escapes pequeños cuentan. Y ha estimado que en yacimientos de esquisto o pizarra bajo explotación, de los que se extrae gas, escapa al aire hasta el 8 por ciento del metano durante el tiempo de vida útil de un pozo de extracción de esta clase, y eso es casi el doble del emitido a la atmósfera en las fugas causadas durante los procesos convencionales de producción del gas.
Los resultados del estudio, realizado por Howarth, Tony Ingraffea y Renee Santoro, indican, por tanto, que a largo plazo (20 años), un nuevo pozo de extracción de esta clase puede hacer que el gas perturbe el clima de un modo peor que si se recurriera a yacimientos de carbón o a pozos de petróleo.
"No estamos defendiendo que se utilice más carbón o petróleo, sino que se comiencen a emplear otras fuentes renovables de energía, verdaderamente verdes, tan pronto como sea posible", matiza Howarth.
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