Los fármacos que interfieren en la actividad de los "primos" mejor conocidos del HER3, el EGFR y el HER2, ya han demostrado su eficacia en el tratamiento de muchos tipos de cáncer, y ya se están llevando a cabo pruebas clínicas preliminares con anticuerpos dirigidos contra el HER3. El HER3 es de gran interés para los biólogos especializados en el cáncer ya que suele estar implicado en dos de las formas más letales de la enfermedad, el cáncer de ovario y el de páncreas.Linda Griffith, profesora del MIT, dirigió el equipo de investigación junto al cardiólogo Richard Lee del Instituto de Células Madre de Harvard y del BWH (Brigham and Women's Hospital). También ha sido importante el trabajo de Luis Álvarez del MIT.
Mientras buscaba modos de estimular la regeneración ósea, Álvarez desarrolló una serie de pares de proteínas que los investigadores pensaron que podrían estimular las interacciones entre receptores como el HER3 y el EGFR.
Las proteínas de Álvarez tuvieron un impacto discreto sobre la regeneración, pero los investigadores también notaron que en algunos casos, parecía que detenían el crecimiento y la migración celulares. Álvarez y otros colegas en el laboratorio de Griffith decidieron ver qué pasaba si trataban células cancerosas con la proteína. Para su sorpresa, constataron que las células dejaban de multiplicarse, y en algunos casos morían.
Casi al mismo tiempo, Griffith desarrolló un interés personal en esta familia de receptores celulares: A ella se le diagnosticó una forma de cáncer de mama que a menudo sobreexpresa el receptor EGFR.
El equipo ahora está trabajando en una nueva versión de la molécula que resulte más apropiada para las pruebas en animales vivos. Esas nuevas pruebas probablemente se realicen pronto.
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