
La legislación aprobada por ambas Cámaras del Legislativo federal -y que el ex fumador Barack Obama se dispone a rubricar de forma inmediata- permitirá a la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA) imponer nuevos controles sobre la fabricación, empaquetado, promoción y venta de sus nocivos productos.
El nuevo marco legislativo en defensa de la salud pública aspira a fijar estándares federales para reducir la cantidad de adictiva nicotina en cada cigarrillo.
Además de recortar los 60 agentes cancerigenos y las 4.000 toxinas presentes en el humo del tabaco.
En la actualidad, USA acumula más de 400.000 muertes anuales relacionadas con el consumo del tabaco.
Tragedia con un coste económico estimado en más de US$ 120.000 millones al año.
Muchos han celebrado la aprobación de la ley como una gran victoria frente a los intereses de la industria tabacalera, que durante años ha conseguido frustrar los intentos de regulación por parte del gobierno.
Entre los que aprobaron la medida se encuentra el propio Obama: "Desde hace años, incluso décadas, conocemos los dañinos, adictivos y a menudo mortales efectos del tabaco. Cada año los estadounidenses pagan cerca de US$100.000 millones en gastos médicos debido a él".
Obama declaró que esta aprobación supone una "victoria" que "define realmente el cambio en Washington". La líder de la Casa de Representantes, Nancy Pelosi, calificó la ley de "histórica".
Según dijo Nancy Nielsen, presidenta de la Asociación Médica Americana, en una declaración, "las acciones que resultarán de esta significativa ley harán que la gente se lo piense dos veces antes de coger un cigarrillo".
Cerca del 20% de los estadounidenses fuma y este hábito acaba con la vida de 400.000 personas cada año.
La nueva regulación prohíbe las denominaciones "light" (ligero), "Mild" (medio) y "Low" (bajo) para los cigarrillos y obliga a poner advertencias más visibles en las cajetillas.
La ley ha puesto énfasis en intentar evitar que los niños y jóvenes tengan acceso al tabaco. "Cada día que no actuamos, 3.500 niños estadounidenses encienden su 1er. cigarrillo. Eso es suficiente como para llenar 70 ómnibus escolares", indicó el senador demócrata Dick Durbin.
Intentos regulatorios anteriores se enfrentaron a la firme oposición de la industria tabaquera.
Pero esta vez el gigante Philip Morris apoyó la ley, aunque sus rivales dijeron que lo hizo porque las restricciones que ésta contempla para el lanzamiento de nuevos productos protegerán su cuota de mercado.
La reforma, inicialmente propuesta en 1998 por el senador republicano y candidato presidencial John McCain, se ha enfrentado a la jurisprudencia del Supremo y a una beligerante oposición por parte de las empresas tabacaleras y de congresistas de Estados de la Unión con intereses en el cultivo de tabaco.
La Administración Bush llegó a amenazar incluso con ejercer sus poderes de veto. Pero al final, la legislación se ha impuesto con el llamativo respaldo de Philip Morris. Sin que falten reproches de que el mayor fabricante ha visto en estos cambios la posibilidad de blindar su envidiada cuota de mercado.
Con el fin sobre todo de disuadir a nuevos fumadores juveniles, la nueva legislación permitirá prohibir la fabricación de cigarrillos con sabores afrutados o dulces.
Además de recortar drásticamente la publicidad que todavía glorifica el consumo de tabaco y evitar que menores puedan comprar cigarrillos exigiendo un sistema de ventas "cara a cara".
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