
Cuando reconoce que el hospital es una empresa privada que beneficia a unos pocos con acumulación de poder, conquista de cargos, reparto de influencias y distribución de puestos.
Cuando las jefaturas arman estructuras que brindan ganancias, prebendas, fama y gloria. Espacios que funcionan con la obediencia debida a los superiores.
Si uno se rebela y enfrenta oponiéndose a esta situación recibe amenazas, reubicación en lugares de aislamiento y soledad.
El poder vigila y castiga.
La rebeldía exige asumir la potencia corporal, el entrenamiento de la voluntad de resistencia y la Ética como conducta individual y ejemplo social.
El poder trabaja nuestra memoria provocando olvidos.
Nuestros cuerpos pueden y deben ejercer la memoria del colectivo popular y rebelde que aceptamos para iniciar el cambio.
Podemos y debemos aprender a amar, cuidar, proteger y respetar al Otro, a los otros de nuestra comunidad de afectos e intenciones de transformación.
El trabajo, los sueños y los proyectos son acompañantes del mismo (colectivo- común) camino para vivir mucho e intensamente.
La estética de nuestro vivir es la Ética (Foucault): modelo de conducta que vamos produciendo más allá de lo semiótico o lo que decimos desde la máscara social.
El ladrón es sólo eso, con cualquier disfraz utilizado.
La capacidad de resistencia se entrena cotidianamente.
Somos adictos de alguna manera al Poder.
Nos ayuda a soportarlo.
Vivimos enfermos de una salud normatizada y de plena normalidad.
Alejandro Wajner, médico cardiólogo
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