Querido Raúl:
Hay tantos lugares comunes en que podríamos caer al despedirte, tanto se ha dicho, tanto se ha enumerado sobre tu figura, que nos queda un espacio medio chico para no ser repetitivos.
Sin embargo, el gracias no es por algo específico, podría ser por tu defensa irrestricta de los valores humanos, por la integridad absoluta en todas tus acciones públicas y privadas, por tu honestidad, por la defensa de la patria latinoamericana democrática y progresista, podría seguir pero la mayoría de los argentinos y muchos latinoamericanos y allende los mares saben de tus virtudes.
Pero este gracias tiene que ver con tu profunda humanidad, con la sencillez que te acompañó siempre, con el buen trato, por la mirada contenedora y el ejemplo de vida austera, sencilla, transparente y republicana.
Te tocó bailar con la más fea y te hiciste cargo.
No era sencillo gobernar luego de la sangrienta huella de los asesinos de la dictadura militar.
Pero nos ayudaste a volver a la democracia perdurable, no a esa seudo democracia en cuotas, acotada apretada y miserable que padecimos durante tantos años.
No sé si te entendimos lo suficiente, ¡había tanto para recuperar y por ello exigir!.
Pero seguimos viviendo en democracia, en una democracia incompleta, carente todavía de esa plenitud que soñabas, y seguimos necesitando, pero es lo que hay.
Honraste la vida, la convivencia, la concordia, siempre. absolutamente siempre.
La historia que juzga impúdicamente a los grandes hombres, por de pronto te ha abierto la puerta grande, no es poca cosa.
El viernes fui a despedirte, y tus muy buenos amigos me procuraron un rápido ingreso y la permanencia a tu lado un rato más.
Allí, como en la calle, en los pasillos de la cámara, y en cuanto lugar pudiera haber dos, tres o más personas en un corrillo, se sentía la pesadez de la tristeza enorme de tu partida, tuve oportunidad de apreciar el despertar del fervor, el reconocimiento y amor profundo que tu partida nos hizo acordar que teníamos por vos. Y esto Raúl no tiene que ver con lo partidario, porque sabés, sos de todos los argentinos.
Y, qué te ha hecho de todos?, tu legado, tu compromiso, serio, profundo, irrevocable y militante con la vida democrática y sus valores inmanentes.
Pero con eso no alcanza, hemos descubierto nuevamente al estadista, al pensador de la república, al político en su más cabal expresión.
Pero por si esto no alcanzara, eras un buen tipo.
Miles y miles, de argentinos, de todos los partidos, de todas las corrientes de pensamiento, de todos los ámbitos, te despedimos con el afecto, la admiración y el respeto que supiste ganarte, y que bien que mereces, pero con el dolor, la pena y la angustia que se siente solo al perder alguien de la familia o a un amigo muy querido.
Gracias Raúl, gracias por todo, ojalá los argentinos con nuestra conducta sepamos honrar tu legado.
Hay tantos lugares comunes en que podríamos caer al despedirte, tanto se ha dicho, tanto se ha enumerado sobre tu figura, que nos queda un espacio medio chico para no ser repetitivos.
Sin embargo, el gracias no es por algo específico, podría ser por tu defensa irrestricta de los valores humanos, por la integridad absoluta en todas tus acciones públicas y privadas, por tu honestidad, por la defensa de la patria latinoamericana democrática y progresista, podría seguir pero la mayoría de los argentinos y muchos latinoamericanos y allende los mares saben de tus virtudes.
Pero este gracias tiene que ver con tu profunda humanidad, con la sencillez que te acompañó siempre, con el buen trato, por la mirada contenedora y el ejemplo de vida austera, sencilla, transparente y republicana.
Te tocó bailar con la más fea y te hiciste cargo.
No era sencillo gobernar luego de la sangrienta huella de los asesinos de la dictadura militar.
Pero nos ayudaste a volver a la democracia perdurable, no a esa seudo democracia en cuotas, acotada apretada y miserable que padecimos durante tantos años.
No sé si te entendimos lo suficiente, ¡había tanto para recuperar y por ello exigir!.
Pero seguimos viviendo en democracia, en una democracia incompleta, carente todavía de esa plenitud que soñabas, y seguimos necesitando, pero es lo que hay.
Honraste la vida, la convivencia, la concordia, siempre. absolutamente siempre.
La historia que juzga impúdicamente a los grandes hombres, por de pronto te ha abierto la puerta grande, no es poca cosa.
El viernes fui a despedirte, y tus muy buenos amigos me procuraron un rápido ingreso y la permanencia a tu lado un rato más.
Allí, como en la calle, en los pasillos de la cámara, y en cuanto lugar pudiera haber dos, tres o más personas en un corrillo, se sentía la pesadez de la tristeza enorme de tu partida, tuve oportunidad de apreciar el despertar del fervor, el reconocimiento y amor profundo que tu partida nos hizo acordar que teníamos por vos. Y esto Raúl no tiene que ver con lo partidario, porque sabés, sos de todos los argentinos.
Y, qué te ha hecho de todos?, tu legado, tu compromiso, serio, profundo, irrevocable y militante con la vida democrática y sus valores inmanentes.
Pero con eso no alcanza, hemos descubierto nuevamente al estadista, al pensador de la república, al político en su más cabal expresión.
Pero por si esto no alcanzara, eras un buen tipo.
Miles y miles, de argentinos, de todos los partidos, de todas las corrientes de pensamiento, de todos los ámbitos, te despedimos con el afecto, la admiración y el respeto que supiste ganarte, y que bien que mereces, pero con el dolor, la pena y la angustia que se siente solo al perder alguien de la familia o a un amigo muy querido.
Gracias Raúl, gracias por todo, ojalá los argentinos con nuestra conducta sepamos honrar tu legado.
Esteban Prego
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