Algunos países recurren a exprimir más y más los ríos, pero muchas de estas prácticas están lejos de ser sostenibles. (Foto: Yale U.) |
Una investigación llevada a cabo por el equipo de Menachem Elimelech, de la Universidad de Yale, indica que la desalinización del agua marina puede desempeñar un papel importante para ayudar a combatir la escasez de agua dulce en muchas partes del mundo cuando los métodos de conservación y reutilización convencionales ya no den más de sí. El estudio también proporciona información detallada sobre cómo hacer que la tecnología de desalinización resulte menos cara y más eficiente energéticamente.
Los océanos del mundo son una fuente prácticamente inagotable de agua, pero el proceso de eliminación de la sal es caro y consume mucha energía.
El método de ósmosis inversa (hacer pasar el agua de mar a través de una membrana que filtra la sal) es hoy en día el método principal para la desalinización del agua de mar en gran parte del mundo. Durante años, los científicos especializados en esta tecnología se han centrado en procurar aumentar el flujo del agua a través de la membrana, recurriendo a materiales de última generación, como los nanotubos de carbono, con el fin de reducir la cantidad de energía necesaria para impulsar el agua.
En el nuevo estudio, Elimelech y William Phillip, quien ahora está en la Universidad de Notre Dame, han demostrado que la ósmosis inversa requiere una cantidad mínima de energía que no puede ser recortada, y que la tecnología actual ya se acerca a ese límite.
En vez de intentar desarrollar membranas capaces de sostener un mayor flujo de agua, la estrategia propuesta por Elimelech y Phillip para mejorar la eficiencia es perfeccionar la etapa previa al tratamiento de desalinización y la fase posterior a éste.
De modo natural, el agua de mar contiene materia orgánica y particulada, que debe ser filtrada antes de pasar a través de la membrana que elimina la sal. Al agua a tratar se le agregan agentes químicos que la limpian y que ayudan a coagular la materia indeseada para facilitar su extracción durante la etapa que antecede al tratamiento de la desalinización. Las conclusiones del nuevo estudio respaldan la idea de que si en la superficie de las membranas no se fuera acumulando materia orgánica, muchos de los pasos del pretratamiento, o todos, se podrían evitar.
Además, Elimelech y Phillip han calculado que una membrana capaz de filtrar boro y cloro traería ahorros sustanciales de energía y de coste económico.
El 70 por ciento del agua del mundo se utiliza en la agricultura. Sin embargo, el agua que contiene, incluso en concentraciones bajas, boro y cloro (ambos presentes de manera natural en el agua de mar) no puede ser utilizada para regar. En vez de eliminar el boro y el cloro en una etapa posterior al tratamiento de la desalinización, los científicos creen que se podría desarrollar una membrana que los filtrase de manera más eficiente, al mismo tiempo que retira la sal.
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