Variantes genéticas que predicen una mayor presión arterial sistólica se asocian con una mayor probabilidad de tomar la medicación antihipertensiva y con menor riesgo de enfermedad de Alzheimer, según un estudio publicado esta semana en 'Plos Medicine'.
El estudio, realizado por Robert Scott, de la Unidad de Epidemiología de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido; Soren Ostergaard, del Hospital Universitario de Aarhus, en Risskov, Dinamarca, y Shubhabrata Mukherjee, de la Universidad de Washington, en Seattle, Estados Unidos, y sus colegas sugiere que la presión sanguínea elevada o la terapia antihipertensiva pueden desempeñar un papel protector contra el desarrollo de Alzheimer.
Los estudios epidemiológicos han identificado varios factores de riesgo potenciales para el Alzheimer, pero la naturaleza causal de estas asociaciones no se ha establecido. Sin el conocimiento de la causa, no está claro si las intervenciones de salud sobre estos factores de riesgo pueden alterar el riesgo de Alzheimer.
Scott y sus colegas utilizaron una técnica de "aleatorización mendeliana" para probar si ciertos factores de riesgo modificables, incluyendo la presión arterial, el tabaquismo y los niveles de colesterol, podrían desempeñar un papel causal en el desarrollo del Alzheimer. En la aleatorización mendeliana, la causalidad se infiere de las asociaciones entre variantes genéticas relacionadas con un factor de riesgo y el resultado de interés.
El uso de variantes de genes, que se heredan al azar y se mantienen durante toda la vida, mitiga el riesgo de que una asociación identificada esté mediada por un tercer factor de confusión en relación con la historia genética o el estilo de vida. Estos hallazgos sugieren que el aumento de la presión arterial se asocia con menor riesgo de Alzheimer, que puede estar relacionado con el efecto de la mayor exposición a la medicación antihipertensiva.
Como todos los estudios de aleatorización mendeliana, la fiabilidad de estos resultados depende de la capacidad de las variantes genéticas utilizadas en los análisis para predecir la presión arterial y la suposición de que estas variantes genéticas no afectan a otros factores de riesgo. Por otra parte, ya que el estudio incluyó una población exclusivamente europea, la asociación causal no puede ser válida para los grupos étnicos no europeos.
Dado que la hipertensión es un factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular, los investigadores no apuestan por elevar la presión arterial, como medida para prevenir el Alzheimer. "Sin embargo ya que existe una fuerte asociación entre alta puntuación genética para la presión arterial sistólica y la exposición a tratamientos antihipertensivos, hay una necesidad de evaluar el posible papel protector de algunas de estas sustancias contra el Alzheimer, independiente de sus efectos en la presión de la sangre", concluyen.
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