La supervivencia depende de que la fisiología del cuerpo se mantenga dentro de determinados valores. Para conservar la homeostasis es necesario detectar con rapidez los cambios perjudiciales y aplicar respuestas que corrijan esas condiciones.
Los sentimientos son experiencias mentales de los estados corporales. Los cambios en el estado del cuerpo causan reacciones fisiológicas automáticas y también sentimientos, como el hambre, la sed, el dolor o el miedo. Los cambios corporales se manifiestan topográficamente en el sistema nervioso central (SNC), específicamente en el tronco cerebral superior y la corteza cerebral.
Los cambios registrados en esos mapas neuronales se comportan como disparadores de las respuestas de la corrección fisiológica y, también, intervienen en la interrupción de las correcciones cuando la desviación se rectificó.
Los sentimientos parecen retratar la naturaleza favorable o desfavorable de una situación fisiológica, como una “experiencia sentida”, facilitando el aprendizaje de las condiciones responsables de los desequilibrios homeostáticos y sus correcciones respectivas, así como la anticipación de las condiciones adversas o favorables futuras. De este modo, los sentimientos proporcionarían un nivel adicional de regulación de la conducta.
"Los sentimientos no son exclusivos de los seres humanos, ni siquiera de los mamíferos"
En la evidencia científica disponible se encontró que los sectores filogenéticamente recientes del sistema nervioso, como la corteza cerebral, si bien parecen contribuir, no serían esenciales en el surgimiento de los sentimientos, ya que es probable que su origen se encuentre en las regiones más antiguas, como el tronco cerebral. Esto sugiere que los sentimientos no son exclusivos de los seres humanos, ni siquiera de los mamíferos.
A partir de investigaciones realizadas en seres humanos o en el laboratorio, los autores describieron en este estudio la relación anatómica y funcional del sistema nervioso con los sentimientos, planteándola desde una perspectiva evolutiva. Sostienen, además, que, aunque los sentimientos implican un conjunto de procesos a nivel central, tendrían su origen en eventos ocurridos en el nivel celular; específicamente, en los axones no mielinizados relacionados con la señalización neuronal desde los cambios humorales y viscerales hacia los núcleos del SNC.
Algunos problemas de salud, importantes en la actualidad, como la depresión, la adicción a las drogas y el dolor de difícil tratamiento, se relacionan en forma directa con los sentimientos, por lo que la investigación de la fisiología de los estados mentales parece relevante desde el punto de vista biomédico.
Por un lado, los sentimientos incluyen la sed, el hambre y la falta de aire (el impulso de respirar), diferentes tipos de placer y dolor, el asco, el miedo, la tristeza y la alegría; también incluyen respuestas sociales complejas, como el desprecio, la vergüenza, la compasión y la admiración.
Por otra parte, las experiencias relacionadas con los sentidos exteroceptivos de la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato, en general provocan emociones, pero no propiamente sentimientos. Cuando los sentimientos retratan un estado interno –como, por ejemplo, el hambre o la sed– o se manifiestan por una situación externa –por ejemplo, la compasión o admiración–, sus contenidos mentales dominantes describen un estado del cuerpo en el cual la condición de las vísceras, el corazón, los pulmones, el intestino y la piel desempeñan un papel clave.
Desde esta perspectiva, se plantea que los sentimientos, accesibles solamente para el organismo en el que se producen, proporcionan una experiencia subjetiva de los procesos de regulación de la vida. Permiten formar una imagen del estado de regulación homeostática, desde procesos básicos, como los metabólicos, hasta procesos complejos, como las emociones sociales.
Según esta conceptualización, afín a la idea de que los mecanismos neuronales son capaces de generar sentimientos, se propuso por primera vez que los sentimientos se originarían a partir de la detección de los estados corporales. Las investigaciones posteriores concordaron con la hipótesis de que el mapeo de las variaciones corporales en el SNC es un requisito fundamental para la generación de los sentimientos. Este planteo presenta paralelismos con la noción aceptada de que las experiencias visuales y auditivas de los objetos en el mundo exterior requieren la existencia de mapas neurales de las características y la ubicación de esos objetos: formas, colores, texturas, movimiento y posición en el espacio.
Se deben cumplir ciertas condiciones fisiológicas para que surjan sentimientos a partir de los mapas corporales neuronales. Estas condiciones no han sido plenamente identificadas, si bien es probable que incluyan la intensidad de los fenómenos producidos y el nivel de vigilia.
Aspectos de la evolución de los mapas neurales del cuerpo
La disponibilidad de los mapas del estado corporal en el SNC es una ventaja evolutiva obvia, como también lo son las señales del cuerpo relacionadas con los parámetros fisiológicos, que pueden ser utilizados para guiar las correcciones. En el caso de que se produzca una perturbación, tanto la magnitud como la localización espacial de la desviación pueden controlarse de manera instantánea, y los mapas serían utilizados para desencadenar acciones correctivas, como las respuestas endocrinas o las acciones emotivas. También influirían en la suspensión de las correcciones una vez recuperado el equilibrio.
En el caso del hambre, constantemente son evaluados distintos aspectos del estado de saciedad, como la glucemia. Cuando se detecta una desviación fisiológica, como la hipoglucemia a nivel central, se producen cambios correctivos de la homeostasis, como la motilidad visceral y la secreción, la salivación, la búsqueda de alimento y, así, sucesivamente. Después de la alimentación, al corregirse las desviaciones fisiológicas, los nuevos parámetros provocan la suspensión de las medidas correctivas.
Desde un punto de vista evolutivo, la aparición de los mapas centrales de los estados corporales pudo haber precedido la llegada de los aspectos de experiencias que definen los sentimientos. A favor de esa hipótesis se señala el hallazgo de que las experiencias sentidas subjetivamente no serían necesarias para que los mapas se utilicen en la detección y la corrección de los desequilibrios homeostáticos. De hecho, numerosas alteraciones se detectan y se tratan mediante los programas de acción o incluso por mecanismos fisiológicos simples, sin que se acompañen de una experiencia consciente, sinónimo de un sentimiento.
Entre los procesos fisiológicos que pueden suceder en el subconsciente se encuentran la regulación de la frecuencia cardíaca, la modulación de las funciones endocrinológicas, el ajuste de la contracción del músculo liso, la regulación de la inmunidad, los cambios autonómicos relacionados con emociones específicas y sus expresiones faciales.
La hipótesis de los autores señaló que durante la evolución se agregó a la cartografía básica somática un componente de experiencias sentidas, que mantuvo su desarrollo en el tiempo debido a sus beneficios sobre la regulación vital. Como los estados corporales pueden tener valencias positivas o negativas desde el punto de vista de la homeostasis, los sentimientos son representaciones (proxies) importantes del valor biológico de las diferentes situaciones corporales y orientadores del comportamiento adaptativo.
Los sentimientos también parecen facilitar el aprendizaje de las circunstancias que rodearon un cambio en el estado de cuerpo, en tanto que la aplicación de esos conocimientos a la predicción de situaciones futuras puede aumentar la flexibilidad de la conducta, sobre todo en ámbitos complejos del comportamiento.
Los sustratos neurales de los sentimientos
Los procesos neurales pueden ser estudiados en dos niveles principales: el macroscópico y el microscópico. Al primero pertenecen los sistemas y los componentes de las regiones cerebrales. En el nivel microscópico se analizan las neuronas, las sinapsis, la glía y sus componentes moleculares. La cognición puede estudiarse a nivel de los núcleos cerebrales, las regiones o los lóbulos, pero sus raíces se encuentran a en las redes neuronales y la complejidad de las señales sinápticas. Es probable, entonces, que los sentimientos también incluyan sustratos neurales a nivel macroscópico y microscópico. Se cuenta con evidencia científica relacionada con el análisis macroscópico de los estados emocionales, pero las bases de los sentimientos a nivel celular recién comienza a estudiarse.
Las investigaciones realizadas en los mamíferos han mostrado que los impulsos y las emociones, que posteriormente conducen a los sentimientos, involucran una serie de regiones que se encuentra en todos los niveles del eje neural. En el tronco cerebral, por ejemplo, se han identificado regiones como el núcleo del tracto solitarius (NTS), el área postrema, el núcleo parabraquial (NPB), el área tegmental ventral (ATV), los núcleos secretores de monoaminas, la sustancia nigra y el núcleo rojo, el área gris periacueductal (AGP), las capas profundas del colículo superior (CS) y el hipotálamo.
La naturaleza intrínseca de estos núcleos difiere, pero todos están involucrados en la generación de acciones correctivas homeostáticas. En el NPB, el NTS y el AGP se encuentran mapas topográficos de diferentes estados corporales, mientras que el ATV, los núcleos secretores de monoaminas y la sustancia nigra no tendrían información organizada topográficamente del cuerpo. Como, probablemente, los sentimientos parecen desarrollarse a partir de los mapas de los estados corporales, los autores consideraron que la búsqueda de los sustratos neurales de las sensaciones debería orientarse hacia las regiones que presenten mapas somáticos organizados topográficamente.
Un conjunto de estructuras situadas dentro de la sustancia gris subcortical, que incluyen la amígdala, el núcleo accumbens, el estriado ventral y los ventrales pallidum, entre otros ganglios basales, al igual que algunos sectores del prosencéfalo basal, participan en la generación de acciones homeostáticas, que van de la modulación de la valencia hasta el desencadenamiento de las conductas motoras.
En estas regiones no existirían mapas topográficos, por lo que parecen no tener una función directa en la generación de los sentimientos, sino que ayudarían a formar las respuestas corporales de los programas de acción.
En el nivel de la corteza cerebral, las áreas insulares y somatosensoriales (AI y ASS) poseen mapas topográficamente organizados del cuerpo, por lo que tendrían la probabilidad de proporcionar sustratos directos para los sentimientos. La corteza cingulada anterior también exhibiría una organización asignada, aunque su función más notable es la generación de acciones: las respuestas motoras al dolor, por ejemplo, se iniciarían en esta zona.
En síntesis, los autores plantearon que los sustratos neurales de las sensaciones podrían encontrarse en dos niveles distintos desde el punto de vista filogenético: el nivel más primitivo del tronco cerebral (específicamente, NPB, NTS, AGP y las capas profundas del CS) y el de evolución más reciente de la corteza cerebral (en concreto, la ínsula, el AI y el ASS). El primero integra en sus mapas señales interoceptivas procedentes de todo el cuerpo a nivel del tronco cerebral.
Los sectores que es probable que se comporten como sustratos neurales de los sentimientos son regiones relacionadas con la interocepción, en el sentido de que de manera continua vigilan el medio interno y proporcionan información en tiempo real sobre el estado del cuerpo al SNC.
Los componentes principales son las quimiosensaciones, las sensaciones termoálgicas y las viscerales. Además, incluyen, entre otros, la propiocepción y el sentido vestibular. Las vías interoceptivas más importantes son el nervio vago y la lámina I espinotalamocortical; esta última es una vía aferente tanto de las sensaciones de temperatura y de dolor como de la información quimiosensorial de la mayor parte de los tejidos corporales, a la médula espinal y el tronco cerebral. El nervio vago, que es el conducto principal para las sensaciones viscerales, conduce las señales relativas de los sistemas cardiovascular, respiratorio, gastrointestinal y genitourinario al NTS a nivel del tronco cerebral inferior.
Otras estructuras que participan en la interocepción son las áreas circunventriculares, relacionadas con funciones homeostáticas, como el metabolismo de la energía y el balance de agua. Se ubican a lo largo de la superficie de los ventrículos cerebrales, donde las neuronas hacen contacto directo con el líquido cefalorraquídeo debido a la falta de la barrera hematoencefálica.
Uno de estos órganos es el área postrema, un núcleo quimiosensor adyacente al NTS. La información interoceptiva de la médula espinal y del tronco cerebral inferior converge en las regiones superiores del tronco cerebral, como NPB, AGP y la formación reticular. El NPB, el AGP y la formación reticular están interconectados de manera próxima y bidireccional.
El tronco cerebral superior (NPB y AGP) es el sitio más caudal, en el que pueden relacionarse las informaciones interoceptivas aferentes para formar un mapa integrado de los estados corporales. Ese mapa parece proporcionar una base neural para la aparición de los sentimientos.
Consideraciones finales
Una de las características más importantes de los sentimientos es su valencia intrínseca (la dirección, positiva o negativa, y la intensidad de las desviaciones de la homeostasis manifestadas por los sentimientos). Este hecho explicaría el motivo por el cual el organismo sigue la orientación proporcionada por un sentimiento.
Por otra parte, los procesos exteroceptivos, que probablemente evolucionaron de manera más tardía, como la visión y la audición, no contienen valencia intrínseca, a pesar de que con frecuencia se los rotula con valencias generadas a partir de los estados corporales. Por este motivo, se considera que la cognición superior utiliza los rótulos que fueron desarrollados previamente como componentes de la regulación homeostática.
El advenimiento de los sentimientos fue simultáneo con el de la mente. Los organismos que percibieron sentimientos fueron, por primera vez en la evolución, conscientes de algunos aspectos de su propia existencia. Los sentimientos permitieron establecer niveles más desarrollados de la cognición y la conciencia, culminando en la mente del ser humano actual. Es probable, entonces, que el mayor conocimiento de los fundamentos de la sensación muestre nuevos aspectos de la conciencia y la mente.
El discernimiento de los estados emocionales también es importante desde el punto de vista biomédico. Los problemas clínicos y de la salud pública, como la depresión, la adicción a drogas y el dolor de difícil tratamiento, se relacionan con los sentimientos. La depresión, sola, es la causa principal de enfermedad en los EE.UU. y la causa principal de enfermedad no transmisible en todo el mundo. El conocimiento de los mecanismos subyacentes de estas afecciones y su tratamiento aún son insatisfactorios. La comprensión de la neurofisiología de los sentimientos podría conducir al desarrollo de tratamientos más eficaces para este tipo de trastornos.
♦ SIIC - Sociedad Iberoamericana de Información Científica
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