CABA (U24). Ya no hay afán de educación vial en el Gobierno de Mauricio Macri. Todo pasa por recaudar más multiplicando las infracciones de tránsito: la conclusión crece entre los automovilistas porteños.
De lo contrario. ¿qué sentido tiene instalar un vehículo de control del tránsito frente a una escuela para multar a los vehículos que a las 10:00, en horario que no es de ingreso ni egreso de escolares, pasan a una velocidad de 40 Km/h ó 50 Km/h. Se les imputa que deberían transitar a una velocidad menor pero... ¿también en horario no escolar?
Otro caso: hay avenidas en las que la velocidad máxima alterna entre 70 Km/h y 60 Km/h. La diferencia es mínima pero quien viole la norma se arriesga a una infracción. Controlando la velocidad, los automovilistas se vuelven más peligrosos que en el pasado.
Otro caso: fijar un máximo de 40 Km/h en Avenida Figueroa Alcorta, pasando Sarmiento y hasta Dorrego puede resultar lógico durante los fines de semana y hasta en horarios en los que hay gente realizando actividad física en la zona de los bosques de Palermo, pero todo el día a esa exigua velocidad es ridículo e innecesario como norma de seguridad.
La idea de ordenar el tránsito es buena y necesaria. Pero el objetivo consistía en mejorar la calidad de vida de los porteños, no producir más recaudación a las arcas municipales.
Si prevalece la conclusión de que el ordenamiento del tránsito solamente tiene un objetivo recaudatorio, hasta puede cuestionarse, a nivel popular, la legitimidad del ordenamiento. Deberían tenerlo presente las autoridades.
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