No es nada nuevo afirmar la importancia trascendental que el Accidente Cerebro Vascular ha tomado en los últimos tiempos, pero hay bases reales para ello?
Creemos que el aumento significativo de este mal y de los infartos por citar los mas numerosos son para preocuparse y muy seriamente.
No es insensato afirmar que avanzan dejando una estela de muerte, discapacidad y sufrimiento crecientes.
No es un aventurado pronóstico afirmarlo, si un episodio de esa naturaleza (ACV) sucede cada 4 minutos, si además es la tercera causa de muerte es para tenerlo bien en cuenta.
Pero hay otro detalle que queremos remarcar es la primera causa de discapacidad y su repetición en caso de haber sufrido uno anterior, es mucho mas peligrosa.
Pero vayamos a las causas son múltiples, stress (exceso de adrenalina), hipertensión, tabaquismo, alcoholismo, diabetes, sustancias ilícitas, obesidad, etc.
Por lo que hemos mencionado cualquiera de los ítems mencionados, solos o en compañía pueden producirlo.
Sin embargo lo más significativo es que muchos de estos sucesos se producen con el paciente en tratamiento, mejor dicho hay un médico o más responsables de mantener los parámetros vitales en consonancia con una vida lo más aproximadamente posible a lo que pueda considerarse “normal”.
Largo tendríamos que discurrir sobre lo que para algunas personas significa una vida normal, pero en este momento la discusión la estamos planteando en términos de tratamiento, amén de los consejos sobre comportamiento saludable hacia el paciente.
Más allá de lo asertos que los médicos han planteado en los distintos medios que nos invaden con esta temática, hay implícita una respuesta que implica un diagnóstico eminentemente presuntivo.
Lo efectivo es que el ACV se produce igual (pese al tratamiento), que la hipertensión y la diabetes crecen sin prisa y sin pausa, se controlan pero siguen matando muchas personas y las cifras van en aumentos
Pero hemos escuchado muy poco (mejor dicho casi nada) del control de la adrenalina en general y como anticipo en la realización de cualquier tratamiento de una arteriopatía.
Esta es una de las claves, ignorada por cierto, omitida, apartada, por lo que sea pero es así.
Claro si desde nuestra perspectiva planteamos primero esa alternativa, no es porque sea suficiente es solo el indispensable primer paso.
El segundo en este caso sería la angiogénesis o sea la formación de nuevas arterias (vasa vasorum) que faciliten toda la tarea cardiovascular, achicando por lo tanto el riesgo cardíaco en general.
Por otra parte parecería que no es necesario enmarcar estas dolencias en rango de Vasculitis (y seguimos con las diferencias).
Este tratamiento es distinto a lo que en general aplica la medicina actual para prevenir el Stroke pero singularmente mas efectivo y absolutamente probado.
No pretendemos corregir ni señalar, solo que nos hemos anoticiado científicamente que hay otro camino y como los ACV se siguen produciendo, debemos dejar aquí sentada aquí esta nueva perspectiva.
Esteban Prego
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