Los investigadores probaron la terapia génica en dos tipos de ratones mutantes. Uno tenía el gen TMC1 completamente eliminado y es un buen modelo para las mutaciones TMC1 recesitas en los seres humanos.
Mediante el uso de la terapia génica, investigadores del Hospital Infantil de Boston y la Escuela Médica de Harvard, en Estados Unidos, han restaurado la audición en ratones con una forma genética de sordera. Su trabajo, detallado en un artículo que se publica en la edición digital de este miércoles de 'Science Translational Medicine', podría allanar el camino para la terapia génica en personas con pérdida de audición causada por mutaciones genéticas.
"Nuestro protocolo de terapia génica aún no está listo para los ensayos clínicos --tenemos que ajustarlo un poco más-- pero en un futuro no muy lejano pensamos que podría ser desarrollado para su uso terapéutico en seres humanos", afirma el doctor Jeffrey Holt, científico en el Departamento de Otorrinolaringología y Neurobiología del Centro Infantil de Boston y profesor asociado de Otorrinolaringología en la Escuela de Medicina de Harvard.
Se conoce la existencia de más de 70 genes diferentes que causan sordera cuando mutan. Holt, con el primer autor de este trabajo Charles Askew y sus colegas de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, en Suiza, se centraron en un gen llamado TMC1 porque es una causa común de sordera genética, representando entre el 4 y el 8 por ciento, y codifica una proteína que juega un papel central en la audición, ayudando a convertir el sonido en señales eléctricas que viajan al cerebro.
Los investigadores probaron la terapia génica en dos tipos de ratones mutantes. Uno tenía el gen TMC1 completamente eliminado y es un buen modelo para las mutaciones TMC1 recesivas en los seres humanos. Los niños con dos copias mutantes de TMC1 tienen pérdida auditiva profunda desde una edad muy temprana, por lo general alrededor de los 2 años.
El otro tipo de ratón tiene una mutación específica en TMC1 --un cambio en un solo aminoácido-- y es un buen modelo para la forma dominante de la sordera relacionada con TMC1. En este tipo, una sola copia de la mutación hace que los niños poco a poco comiencen a ensordecer a la edad de entre los 10 y los 15 años.
Para administrar el gen sano, el equipo lo insertó en un virus diseñado llamado virus adeno-asociado 1, o AAV1, junto con un promotor, una secuencia genética que activa el gen sólo en ciertas células sensoriales del oído interno conocidas como células ciliadas. Después, los investigadores inyectaron el gen AAV1 diseñado en el oído interno.
En el modelo de la sordera recesiva, la terapia génica con TMC1 restauró la capacidad de las células ciliadas sensoriales para responder al sonido --produciendo una corriente eléctrica medible-- y restableció también la actividad en la parte auditiva del tronco cerebral. Los ratones sordos recuperaron su capacidad de oír.
En el modelo de la sordera dominante, la terapia génica con un gen relacionado, TMC2, tuvo éxito en el nivel celular y el cerebro, y un éxito parcial en la restauración de la audición real. El AAV1 se considera seguro como un vector viral y ya está en uso en los ensayos de terapia génica humanos para la ceguera, enfermedades del corazón, distrofia muscular y otras condiciones.
Los investigadores examinaron los distintos tipos de AAV y varias clases de promotores para elegir la mejor combinación y planean optimizar aún más su protocolo y seguir a sus ratones tratados para ver si retienen la audición más de los dos meses ya observados.
Holt cree que otras formas de sordera genética también pueden ser susceptibles a la misma estrategia de terapia génica. En general, la pérdida auditiva entre grave y profunda en ambos oídos afecta a entre 1 y 3 por cada 1.000 nacidos vivos.
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