Pese a que la vejez no es un asunto de género y la esperanza de vida de la mujer ha incrementado con el tiempo transformándose en una ganancia para el desarrollo de la sociedad, la forma de envejecer entre hombres y mujeres es todavía desigual, y particularmente notoria en países en vías de desarrollo.
Según lo refirió Verónica Montes de Oca Zavala, con base en investigaciones publicadas en su libro Vejez, salud y sociedad en México. Aproximaciones disciplinarias desde perspectivas cuantitativas y cualitativas, los hombres han sido socializados, desde niños, a mantenerse activos como proveedores debido a que eso les da un estatus y un prestigio en la sociedad. Por eso, muchos varones aun en la vejez no se retiran, y cuando lo hacen, enferman y mueren.
Para la doctora en Ciencias Sociales con especialidad en población por el Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México (Colmex), y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con el nivel II, en las mujeres sucede una situación completamente distinta.
“Mi madre tiene 80 años, una de mis abuelas murió de 94 y la otra, de 93. Las mujeres viven más años. ¿Qué pasa con los hombres? ¿Por qué no están viviendo más años?”, dijo la especialista en relación a las preguntas que la motivaron a hacer sinergia con otros investigadores para trabajar el tema de la vejez en México.
“Las mujeres se adaptan muy bien a los entornos familiares porque igualmente fueron socializadas para ser amas de casa, cuidadoras, esposas, madres, hijas. Ellas siempre tienen algo por hacer en casa; obviamente tienen una función interna socialmente y eso les permite poderse retirar del ámbito laboral con mucha mayor tranquilidad y salud, y mantenerse así incluso en edades muy avanzadas”, argumentó.
La socióloga detalló que, debido a que el género femenino es más interactivo, está más acostumbrado a la socialización. Añadió que la forma en la que las mujeres hacen redes sociales las nutre, y que incluso es diferente a la de los hombres: “Algunas feministas dirían que es porque su situación está tan oprimida en la sociedad mexicana, que articulan formas diferentes de conectarse y vincularse con la gente”.
En opinión de Montes de Oca Zavala, la forma en que es educada la mujer hace que busque mejores estrategias de sobrevivencia y sea más astuta. “Se traduce incluso en la forma de cómo nos cuidamos a nosotras mismas, porque sabemos que tenemos que cuidar a otros; no nos podemos enfermar, no nos podemos morir, entonces tenemos que cuidarnos”, enfatizó.
(Foto: CONICYT)
Mientras que los hombres no se cuidan, aseveró con fundamento producto de su investigación, y enfatizó en que incluso cuando los varones requieren ir al médico no lo hacen o lo dejan para el final por su necesidad intrínseca de mostrar fortaleza. “Tiene que ver con el condicionamiento del ser masculino, de ser hombre, porque el hombre demuestra su hombría, su valentía, su masculinidad cuando está en riesgo”, refirió.
Destacó que, biológicamente, la mujer tiene más desarrollada una hormona contra el riesgo, contra el peligro, porque tiene que cuidar las crías. Para ella, eso hace al género femenino adquirir una consideración diferente de su proceder, incluso socialmente. “Podríamos decir que las mujeres tienen un comportamiento más preventivo frente a la salud que los varones”, abundó.
La doctora Montes de Oca Zavala también hizo referencia a los embarazos como un factor que propicia en la mujer un envejecimiento precario. “No es tanto el número de nacimientos sino las formas en la calidad de los partos y del embarazo. Un mal embarazo o una mujer que no ha sido bien alimentada y que no tiene la atención médica necesaria puede tener riesgos que repercutirán en su vejez”, advirtió.
El hecho de ser mujer, y además pertenecer a un grupo étnico, da una desigualdad mayor, una desigualdad acumulada que limita la esperanza de vida, es decir, las mujeres indígenas mexicanas envejecen con una menor calidad, resaltó la especialista.
Agregó que, a pesar de que en poblaciones indígenas ha disminuido la fecundidad, así como la mortalidad infantil y la materno infantil, no ha descendido con la contundencia de otros grupos de la población mexicana.
Lo anterior, así como el tipo de trabajo –jornadas extenuantes bajo el sol o actividades rudas–, se acumula en el curso de vida de las mujeres indígenas, y genera problemas y formas desiguales de envejecimiento que se reflejan en la tercera edad, abundó.
En palabras de la investigadora, aunque cada vez existen mayores oportunidades para las mujeres, el hecho de que en el pasado no se les permitiera estudiar y/o trabajar, o que ellas mismas tomaran la decisión de ser solo amas de casa, ha generado que hoy en día gran porcentaje de la población adulto mayor femenina carezca de una pensión.
La escolaridad, el nivel de ingresos, el haber contado con una transferencia pública –en este caso pensiones o algún otro programa– y el tener derecho a la salud, son factores clave para alcanzar una vejez digna, enfatizó Verónica Montes de Oca.
Añadió que otras situaciones más graves son aquellas que padecen algunas adultas mayores que en su juventud sufrieron violencia física y sexual, pues envejecen y tienen que enfrentar, además del deterioro natural de la vejez, las secuelas del maltrato físico y psicológico al que fueron sometidas años atrás.
Vejez, salud y sociedad en México. Aproximaciones disciplinarias desde perspectivas cuantitativas y cualitativas es un libro que entrelaza varias dimensiones relevantes en el envejecimiento demográfico del país.
Integra estudios sobre la población indígena y su envejecimiento; la construcción sociocultural de los nervios, las emociones y la pobreza; la solidaridad y el maltrato familiar; la calidad de vida relacionada a la salud; los adultos mayores como cuidadores; la jubilación; el discurso sobre la vejez intergeneracional; la migración de extranjeros en México y España, y la política social hacia la vejez frente a la globalización, temas que atraviesan las páginas para la reflexión científica desde uno o varios enfoques disciplinarios.
Las investigaciones del libro permiten adentrarse de manera breve en nuevos hallazgos y dimensiones que directa e indirectamente se experimentan frente al envejecimiento demográfico en México. La obra es resultado de la creatividad metodológica y muestra al lector los universos que quedan por explorar mediante las perspectivas cuantitativas, cualitativas o mixtas. (Fuente: Nistela Villaseñor/Agencia Informativa Conacyt) (NCYT)
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