El hábito de fumar se transmite de madre a hija y de padre a hijo, según se desprende de un estudio de investigadores europeos, en colaboración con la Universidad de Santiago de Compostela, centrado en descubrir la transmisión intergeneracional del tabaquismo en los hogares.
El trabajo, que publica la revista 'Oxford Bulletin of Economics and Statistics' y que recoge Plataforma Sinc, indica que, en las viviendas donde los dos progenitores están presentes, existe un grado importante de transmisión intergeneracional del hábito de fumar entre los padres y los hijos, especialmente entre individuos del mismo género.
"Por el contrario, el hecho de que la madre fume no parece afectar la probabilidad de que el hijo fume, ni tampoco el hecho de que el padre fume afecta a la hija", declara la coautora del estudio, María Loureiro, que explica que la investigación se basa en la información procedente de la 'Encuesta Panel Hogares Británico 1994-2002'.
"Seleccionamos esta fuente de datos porque detalla de forma pormenorizada los productos que se consumen en los hogares, entre ellos el tabaco, y permite analizar la transmisión intergeneracional del hábito de fumar", puntualiza.
Asimismo, indica que los resultados obtenidos demuestran que, en cuanto a hábitos de fumar se refiere y después de haber controlado las variables socio-económicas, los precios del tabaco y la localización del hogar, las hijas tienden a imitar a sus madres, y los hijos a sus padres.
En concreto, las probabilidades de que el hijo fume si ambos padres fuman es del 24 por ciento, reduciéndose a casi el 12 por ciento si ninguno de los padres fuman. Para las hijas, la probabilidad de fumar si ambos padres fuman es del 23 por ciento y se reduce también al 12 por ciento si ninguno de los progenitores fuma.
HOGARES MONOPARENTALES
Con respecto a los resultados obtenidos en los hogares monoparentales, independientemente del género del hijo, el hábito de fumar de la madre se transmite al hijo o hija. En este caso, la probabilidad de fumar para un hijo si la madre fuma es del 32 por ciento y del 28 por ciento para la hija.
"La importancia de estos resultados desde un punto de vista de diseño de políticas públicas para combatir el tabaquismo es clara. Las políticas que tengan éxito en la reducción del hábito de fumar de los progenitores también afectarán a sus descendientes", reivindica Loureiro.
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