En cambio, resulta que, de algún modo, esa emoción negativa refuerza el aprendizaje.
En el estudio realizado por el equipo de Bridgid Finn y Henry L. Roediger III, participaron 40 estudiantes de la mencionada universidad. Estas personas se concentraron en aprenderse 10 listas de 10 pares de palabras swahili-inglés. Después de estudiar cada conjunto de 10 pares, a los participantes se les sometía a una prueba de memoria en la que contaban con pistas sobre las respuestas. Por último, se enfrentaron a una prueba final sobre los 100 pares.
En la prueba inicial, después de cada respuesta correcta, a los estudiantes se les mostraba una imagen que era emocionalmente negativa, como una pistola apuntándoles a la cara; o bien una imagen neutral, como una silla; o bien una pantalla en blanco.
Bridgid Finn. (Foto: WUSTL) |
Los resultados de otro experimento permiten descartar la posibilidad de que las imágenes negativas simplemente hicieran que ciertos pares de palabras parecieran más distinguibles y por tanto resultasen más fáciles de recordar.
Los experimentos de la investigación muestran también que para que las emociones negativas mejoren la memorización de algo, hay que recordarlo al menos a corto plazo. Si la información que se pretende memorizar no se recuerda a corto plazo, las imágenes negativas no refuerzan la memorización ulterior.
En la investigación, no hubo diferencias de género en las tasas de éxito de los participantes.
Es importante destacar que otros estudios que están haciendo Finn y Roediger no muestran, hasta el momento, que las imágenes positivas mejoren la memorización de la información. Por ejemplo, los datos preliminares de un estudio similar al ahora presentado, en el que en vez de imágenes negativas se usaron imágenes sexualmente excitantes, no muestran mejora en el aprendizaje. A pesar de que esas imágenes eróticas despiertan emociones intensas, no parecen estar asociadas a una mejor memorización posterior de los datos.
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