El cumplimiento deficiente del tratamiento, un desafío actual
El glaucoma es un grupo de enfermedades que tienen en común el aumento sostenido de la presión intraocular y un patrón específico y progresivo de daño del nervio óptico que, de no tratarse, pueden provocar ceguera.
Se estima que el glaucoma aparece en alrededor de una persona de cada 100 a partir de los 40 años; en general es un proceso hereditario y su incidencia aumenta con la edad, por lo que el riesgo es mayor a medida que se envejece.
En Estados Unidos, por ejemplo, el gla ucoma es la segunda causa de ceguera evitable.
Cualquier persona puede ser afectada de algún tipo de glaucoma. El glaucoma primario de ángulo abierto, que es el más frecuente en la Argentina y no presenta síntomas por lo que se conoce como enfermedad “silenciosa”, afecta especialmente a personas de ambos sexos por encima de los cuarenta años de edad.
No hay estadísticas oficiales, pero se calcula que cerca de un millón de argentinos padece glaucoma de ángulo abierto y aproximadamente la mitad lo ignora[5]”. Se entiende por glaucoma a un grupo de enfermedades oculares que se asocian fundamentalmente a un aumento de la presión del líquido del interior del ojo[6], y que tienen en común la lesión progresiva del nervio óptico que es el responsable de transmitir las señales visuales desde el ojo al cerebro para poder ver.
La pérdida de visión por glaucoma es irrecuperable, por lo tanto la detección temprana de la enfermedad es fundamental. “Existe una sola manera de prevenir el impacto del glaucoma sobre la calidad de vida del paciente: diagnóstico en estadios iniciales de la enfermedad, correcto seguimiento y, por último, una correcta utilización del tratamiento por parte del enfermo., explicó el doctor Antonio Martínez, oftalmólogo español de la Universidad de Santiago de Compostela, La Coruña, de visita en Argentina para participar del 29º Congreso Panamericano de Oftalmología.
“El paciente debe acudir en forma periódica a realizar controles para que el diagnóstico de la enfermedad pueda realizarse antes de que se produzcan importantes alteraciones funcionales. Es fundamental además identificar progresión, para ello hemos de realizar pruebas periódicas y establecer criterios para poder detectar el avance de la enfermedad lo antes posible. En cuanto al tratamiento, el hecho de que parte de su eficacia dependa de la correcta administración por parte del enfermo es una barrera importantísima”, indicó el doctor Martínez.
Cuando el glaucoma se detecta a tiempo, el objetivo del tratamiento es evitar que la visión empeore, algo que puede conseguirse[7]. En la mayoría de los casos se logra mediante el tratamiento sistemático con medicamentos disponibles en forma de colirios y, en ocasiones, de comprimidos, y en algunos pacientes puede necesitarse también un tratamiento con láser o una cirugía. El tratamiento con colirios en general debe realizarse de por vida[8], y esto es uno de los principales desafíos de la enfermedad ya que puede suceder que la adherencia al tratamiento por parte de los pacientes no sea óptima. -
Adherencia al tratamiento
Con frecuencia el glaucoma y el ojo seco se presentan concomitantemente en pacientes mayores; y los signos y síntomas oculares pueden disminuir la tolerabilidad y la calidad de vida relacionada con la visión, lo que impacta de manera negativa los resultados del tratamiento a largo plazo.
“El hecho de que el glaucoma sea una enfermedad crónica y asintomática propicia el incumplimiento del tratamiento por parte del enfermo. Los oftalmólogos somos conscientes que la utilización de colirios por parte de personas mayores, con discapacidad visual y, además, otros problemas asociados propicia el mal cumplimiento del régimen terapéutico”, afirmó el oftalmólogo español.
El tratamiento del glaucoma con medicamentos hipotensores tópicos (colirios que se colocan sobre el ojo) frecuentemente se asocia a enfermedad de la superficie ocular, incluyendo ojo seco. La presencia de ciertos conservantes en dichos medicamentos, como el cloruro de benzalconio, se asocia a reacciones adversas que afectan la conjuntiva; los pacientes experimentan así signos y síntomas que reflejan trastornos de la córnea y de la conjuntiva. El tratamiento del glaucoma con hipotensores oculares tópicos se asocia frecuentemente a la enfermedad de la superficie ocular, incluyendo el “ojo seco”[9]. Y estas reacciones adversas constituyen una barrera para una correcta adherencia al tratamiento.
El uso de medicaciones sin conservantes, que son sustancias que pueden afectar el cumplimiento del tratamiento del glaucoma por sus efectos no deseados, fue uno de los temas abordados durante el Congreso Panamericano de Oftalmología. “La principal novedad es la aparición de colirios sin conservantes que mejoran la tolerancia y por lo tanto la persistencia de los fármacos”, destacó el doctor Martínez. En los próximos meses estará disponible en la Argentina un nuevo medicamento para el tratamiento de la presión intraocular (PIO) que no contiene conservantes. (U24)
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