(Foto: IStock) |
(NCYT) Los investigadores han hallado pruebas de que practicar la disciplina Zen, la cual tiene siglos de antigüedad, puede robustecer una región central del cerebro (la corteza cingulada anterior) que regula el dolor.
Practicar la disciplina Zen puede robustecer una región del cerebro que regula el dolor.
A juzgar por los resultados del estudio, los meditadores Zen engrosan esa zona de su corteza a través de la práctica de dicha meditación, y esto es lo que parece conducir a su menor sensibilidad al dolor.Como parte de este estudio, el equipo de Joshua A. Grant reclutó a 17 meditadores y a 18 sujetos que no lo eran ni nunca habían practicado yoga.
Grant, Pierre Rainville y sus colaboradores midieron la sensibilidad al dolor térmico aplicando una placa calentada a la pantorrilla de los participantes y escaneando el cerebro de los sujetos mediante captación de imágenes por resonancia magnética estructural.
Según los resultados de estos escaneos, la zona central del cerebro que regula la emoción y el dolor es significativamente más gruesa en los meditadores que en los demás individuos examinados.
Las prácticas de meditación podrían resultar beneficiosas en general para el manejo del dolor, para prevenir las reducciones normales de materia gris relacionadas con el envejecimiento, y, potencialmente, para cualquier afección donde se vea afectada la materia gris, como en un derrame cerebral.
En estudios anteriores, ya se comprobó que la meditación Zen tiene efectos beneficiosos sobre el dolor y que ciertos ejercicios de respiración, asociados o no con técnicas tradicionales de meditación, pueden mitigar los sentimientos de depresión
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