Los resultados de este nuevo estudio respaldan la validez de datos previos obtenidos por el mismo equipo de investigación, que comprobó cómo las fiestas que duran toda la noche en residencias de estudiantes universitarios disminuyen en ellos la habilidad para memorizar nueva información en cerca de un 40 por ciento, debido a que durante la privación del sueño se apagan regiones del cerebro.
Los estudiantes que hicieron una siesta, en verde, tuvieron mejores resultados. (Foto: Matthew Walker)
En un estudio reciente del psicólogo Matthew Walker de la citada universidad y su equipo, 39 adultos jóvenes sanos fueron repartidos en dos grupos: los que tomaban siestas y los que no. Al mediodía, todos los participantes fueron sometidos a una prueba de aprendizaje rigurosa destinada a hacer trabajar al hipocampo, una región del cerebro que ayuda a almacenar recuerdos basados en hechos. Ambos grupos tuvieron una eficacia similar.
A las 14:00 h. el grupo que tomaba siestas echó una de 90 minutos, mientras que los sujetos del otro grupo permanecieron despiertos. A las 18:00 h. de ese día, los participantes fueron sometidos a una nueva ronda de ejercicios de aprendizaje. Los que habían permanecido despiertos durante todo el día tuvieron una eficiencia peor. En cambio, aquellos que habían echado una siesta se desenvolvieron marcadamente mejor y de hecho su capacidad de aprendizaje mejoró.
Walker y su equipo han llegado por tanto a la conclusión de que una siesta despeja el cerebro para así permitirle absorber nueva información. Este hallazgo refuerza la hipótesis de que dormir resulta necesario para, entre otras muchas cosas, aligerar la memoria a corto plazo del cerebro y dejar así espacio vacío disponible para almacenar nuevas informaciones.
Desde 2007, Walker y otros investigadores especializados en el sueño han establecido que los recuerdos de datos específicos se almacenan temporalmente en el hipocampo, antes de ser enviados a la corteza prefrontal del cerebro, la cual, al parecer, posee más espacio de almacenamiento.
Tal como explica Walker con un símil, es como si la bandeja de entrada de correo electrónico del hipocampo estuviera llena, y, hasta que la persona no duerma y se trasladen esos mensajes de hechos a las carpetas de almacenamiento de largo plazo, la cuenta de correo cerebral no podrá recibir nuevos mensajes ya que éstos serán rebotado
lunes, 5 de abril de 2010
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