- Ciencia y tecnología deben estar en un marco estratégico, en el marco de una política de Estado, porque a través de la ciencia y la tecnología se pueden formular políticas de alto impacto social. Es una asignatura pendiente que tiene la Argentina.
- Acá hay un drama: hay conocimiento, hay tecnología, pero hay muy baja transferencia a la sociedad.
--Si la ciencia no se vuelca a la sociedad, es muy difícil que le pueda explicar a alguien para qué sirve la ciencia.
-Falta un eje político que defina proyectos estratégicos, y falta un eje social, que es la transferencia. Por ejemplo: hace décadas que se trabaja en Chagas, ha sido un área prioritaria. Hay tres millones de infectados, no es una cuestión menor. Sin embargo, nunca hubo un plan que tuviese como objetivo político la erradicación del mal de Chagas.
-Tenemos mucho conocimiento aislado pero no integrado.
-Estamos en stand by. Hay un poquito más de financiación. Se dice que el objetivo es alcanzar el uno por ciento del Producto Bruto Interno (PBI). Yo creo que ese no es el objetivo, la financiación es un instrumento. Lo primero que hay que decir es qué vamos a hacer con ese uno por ciento.
- Perdimos la autonomía científica. En la ciencia y la técnica hay créditos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En salud, está en parte el Banco Mundial.
Y estos organismos no financian obras, sino políticas.Si lo vemos desde el concepto de soberanía, la financiación en ciencia y técnica tiene que ser independiente de organismos multilaterales pero con pautas basadas en las necesidades propias y no en los condicionamientos externos.
Nunca la ciencia y la tecnología fueron planificadas como política de Estado en el marco de un desarrollo nacional o de una soberanía nacional. Quizá sí en una época muy fugaz que terminó con los bastones largos en 1966 en la Facultad de Ciencias Exactas, donde había grupos que se planteaban este tipo de cosas.
Muchas facultades son verdaderos enseñaderos de tecnócratas sin el menor compromiso social. Eso es grave. Un tecnócrata está al servicio del mejor postor, pero eso no es lo que le conviene a un país con una visión de desarrollo común.
El Inti (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) interviene en 59 proyectos estratégicos de Venezuela. 59 sobre 200. En distintas áreas, desde turbinas de avión hasta textiles. Es decir, hay una concepción estratégica. Nos puede gustar o no Chávez, esa es otra historia. Nuestro gobierno no hizo ningún pedido de proyecto al Inti. Eso es grave. Eso es no utilizar socialmente el conocimiento.
(…) Acá lo que hace falta son decisiones políticas, lo demás es puro cuento, como dice el tango.
(Fuente: Emancipación Salud y Educación)
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