Se observó entonces a los monos mientras trataban de encontrar la recompensa.En el primer experimento, a los simios se les impidió ver la comida, pero los tubos fueron agitados de manera que tuvieran una información auditiva de dónde estaba el premio.
En el segundo experimento, se les mostró la ubicación en la que se escondía el alimento, y entonces, dejando transcurrir un intervalo variable de tiempo, se les daba la oportunidad de seleccionar el tubo con la comida.
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En el último experimento, los investigadores compararon la respuesta de los simios ante la situación con la comida visible y la situación con ésta escondida y detectable sólo por su ruido, cuando variaba la calidad de la recompensa alimenticia.
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En el último experimento, los investigadores compararon la respuesta de los simios ante la situación con la comida visible y la situación con ésta escondida y detectable sólo por su ruido, cuando variaba la calidad de la recompensa alimenticia.
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Aunque los simios sabían encontrar la recompensa con mucha exactitud cuando habían visto en qué tubo los experimentadores la escondían, Call descubrió que eran más proclives a verificar el interior del tubo antes de elegir cuando la importancia de hacerse con la recompensa era mayor, o después de haber transcurrido un período de tiempo largo entre su observación de la colocación de la comida dentro de un tubo y el momento de seleccionar el tubo correcto.
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En cambio, cuando a los monos se les dio información auditiva sobre la ubicación de la comida, hacían menos comprobaciones antes de escoger. Después de esos experimentos, diseñados para captar las diversas dudas que pudieran sentir los animales, quedó claro que los simios eran conscientes de que podían equivocarse cuando tomaban la decisión de escoger uno u otro tubo.
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El hallazgo sugiere que los animales no humanos pueden poseer algunas habilidades metacognitivas que hasta ahora se consideraban exclusivas del Ser Humano.
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