La participación en programas de entrenamiento que incluyan ejercicio físico regular y supervisado puede ser clave en las personas con anorexia nerviosa a la hora de reforzar su autoimagen, reducir su estrés emocional y aceptar los programas de realimentación.
Así lo asegura un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid, la Universidad Europea (UEM) y el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, también de Madrid, después de concluir un estudio que puede tener aplicación clínica tras los resultados positivos obtenidos.
La anorexia nerviosa es un trastorno psiquiátrico complejo con riesgo de muerte, cuyo objetivo principal es la "implacable persecución de la delgadez" a través de una drástica reducción de la ingesta y, en ocasiones, un incremento del gasto energético mediante el ejercicio intenso.
El ejercicio excesivo ha sido propuesto como causa de la anorexia nerviosa y, al mismo tiempo, se asocia a una peor evolución en el pronóstico de este trastorno. Sin embargo, algunas investigaciones previas muestran los efectos beneficiosos del ejercicio en pacientes con este tipo de trastorno.
La malnutrición severa provoca múltiples problemas de salud. Uno de ellos, poco reconocido, es la atrofia muscular inducida que, a su vez, reduce los niveles de fuerza. Por ello, el entrenamiento de fuerza podría ser el tipo de ejercicio clínicamente más apropiado para estos pacientes.
El gasto calórico con este tipo de entrenamiento es menor que con el ejercicio aeróbico y, además, su efecto podría ser doblemente positivo, ya que favorece la mejora de la densidad mineral ósea.
Para investigar todo esto se llevó a cabo un estudio cuyo principal objetivo fue evaluar los efectos de un programa de entrenamiento de fuerza de baja intensidad (dos sesiones por semana) de tres meses de duración sobre la capacidad funcional, la fuerza muscular, la composición corporal y la calidad de vida en un grupo de adolescentes con anorexia nerviosa.
En el estudio participaron un total de veintidós pacientes en tratamiento ambulatorio, con edades comprendidas entre los 13 y 15 años. El entrenamiento fue de intensidad baja-moderada y las sesiones de entrenamiento estuvieron dirigidas a grandes grupos musculares, y adaptadas a la terapia psicológica.
La capacidad funcional se evaluó a través de varios test relacionados con la aptitud para realizar tareas de la vida diaria (levantarse y caminar, subir y bajar escaleras, etcétera); la fuerza muscular se valoró a través de un test en máquinas de fuerza, mientras que la calidad de vida se determinó a partir de un cuestionario validado para el grupo de población.
SIN EFECTOS NEGATIVOS PARA LA SALUD
La intervención fue tolerada positivamente por las pacientes, sin ningún efecto negativo para su salud, y tampoco indujo a pérdidas significativas en la masa corporal.
Sin embargo, los resultados obtenidos muestran que el entrenamiento de fuerza de intensidad baja a moderada, no parece aportar mayores beneficios a los tratamientos de psicoterapia y realimentación convencionales en pacientes jóvenes con anorexia nerviosa. Por otra parte, aunque no hubo ganancias estadísticamente significativas exceptuando un grupo muscular, es importante señalar que el programa no afectó negativamente a la ganancia o mantenimiento del peso en dichas pacientes, dato que resulta muy positivo en cuanto a sus posibilidades de aplicación clínica.
Asimismo, futuras investigaciones podrían determinar si son necesarios programas más intensos para inducir mejoras significativas en la salud músculo-esquelética y en el bienestar de jóvenes pacientes con anorexia nerviosa en tratamiento ambulatorio.
martes, 28 de septiembre de 2010
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