El logro es un primer paso del proceso que podría algún día suministrar energía, verde en más de un sentido.
El equipo de investigación dirigido por Gadi Schuster y Noam Adir, estudió una proteína clave en el proceso de mover electrones a lo largo de la línea de producción de la fotosíntesis. En su estado natural, esta proteína extrae electrones del agua y los traslada a través de la membrana celular vegetal.
Alterando un aminoácido de los cientos que se encuentran en la proteína, los investigadores cambiaron la dirección de la emisión de electrones, permitiendo así que la energía producida en el proceso se pudiera aprovechar para su uso posterior.
Esta proteína modificada "exporta" electrones en una frecuencia lo bastante alta como para producir una cantidad útil de energía. El cambio de positivo a negativo no perjudica la función de la proteína ni el desarrollo de la planta, gracias a lo cual es posible obtener grandes cantidades de proteína a un costo mínimo.
El siguiente paso es idear un mecanismo que sea capaz de convertir con la debida eficiencia la energía bioquímica en electricidad, como la que usamos en nuestras actividades cotidianas.
Esta nueva tecnología no reemplazará a las centrales eléctricas. Pero en el futuro, podría suministrar cantidades utilizables de electricidad limpia, especialmente en lugares con problemas de infraestructura a los cuales no sea posible hacer llegar la electricidad tradicional. Los investigadores esperan acabar logrando que unas cuantas hojas (las de una planta de tabaco, por ejemplo) suministren electricidad durante unas horas al día, como hoy hacen los paneles solares.NCYT
Shirley Larom y Faris Salama también han trabajado en esta investigación pionera.
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