Un error en las células puede hacer que se desarrolle un cáncer. Los factores que lo propician son hereditarios y externos, por ejemplo, la exposición al sol, las sustancias químicas y el proceso de envejecimiento.
El benzopireno se transforma en el organismo en una sustancia que se adhiere al ácido desoxirribonucleico (ADN), modificando su estructura. Eso afecta la división celular y, por ende, propicia las mutaciones. Cuanto más tiempo se fume, más sustancias cancerígenas se absorben, y, por lo tanto, mayor es el riesgo de que alguna vez se produzcan daños permanentes en las células.
La probabilidad de que se originen mutaciones celulares aumenta con la edad, simplemente porque, al envejecer, el cuerpo deja de funcionar de manera óptima, y así se pueden producir errores en la división celular.
Un pequeño error de consecuencias graves
Ya un ínfimo daño en una célula puede hacer que el cuerpo deje de producir una enzima importante. Tal vez la produzca con una ligera modificación, pero ya no trabaja como debería.
Especialmente graves son las mutaciones que afectan a los genes y, con ellos, a las enzimas, que determinan el crecimiento de las células, dado que a causa de ello el ciclo celular se modifica, y con él, la célula misma.
Tumores benignos y malignos
Las células cuyos genes se modificaron pueden transformarse en células tumorosas que crecen y se dividen sin control. Si las células dañadas se multiplican y permanecen en el mismo lugar en el que crecieron, se forma un tumor benigno, que puede ser erradicado a través de una operación.
Si por el contrario, algunas células se desplazan fuera del tumor y se ubican en otros lugares del organismo para continuar multiplicándose, se forma un tumor maligno. Las formaciones del tumor producen nuevos vasos sanguíneos a través de los cuales éste se alimenta y puede crecer en lugares distantes del cuerpo, alejados de donde se originó.
Ya un ínfimo daño en una célula puede hacer que el cuerpo deje de producir una enzima importante. Tal vez la produzca con una ligera modificación, pero ya no trabaja como debería.
Especialmente graves son las mutaciones que afectan a los genes y, con ellos, a las enzimas, que determinan el crecimiento de las células, dado que a causa de ello el ciclo celular se modifica, y con él, la célula misma.
Tumores benignos y malignos
Las células cuyos genes se modificaron pueden transformarse en células tumorosas que crecen y se dividen sin control. Si las células dañadas se multiplican y permanecen en el mismo lugar en el que crecieron, se forma un tumor benigno, que puede ser erradicado a través de una operación.
Si por el contrario, algunas células se desplazan fuera del tumor y se ubican en otros lugares del organismo para continuar multiplicándose, se forma un tumor maligno. Las formaciones del tumor producen nuevos vasos sanguíneos a través de los cuales éste se alimenta y puede crecer en lugares distantes del cuerpo, alejados de donde se originó.
Protección natural contra el cáncer
La naturaleza cuenta con un sistema de protección contra mutaciones celulares. Se trata de un mecanismo de reparación formado, por ejemplo, por enzimas que controlan constantemente el ADN y lo mejoran. Otras enzimas destruyen células dañadas que podrían transformarse en células cancerosas.
Pero también ese mecanismo puede fallar, por ejemplo, porque las enzimas que controlan los daños celulares tengan, a su vez, una falla en su ADN, o porque no estén ya en condiciones de cumplir con su tarea. También puede suceder que las enzimas tengan demasiado trabajo y no lleguen a cubrir toda la demanda celular. Entonces es posible que no detecten un daño celular, y que este se convierta en un cáncer. El modo en que funciona este mecanismo varía de acuerdo con el individuo. Fuente: WD Ciencia vía Diariosalud,net
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