Se cumplen tres años de la catástrofe nuclear de Fukushima. A pesar del tiempo transcurrido, la situación en la central nuclear siniestrada sigue sin estar bajo control, continúa liberándose contaminación radiactiva al aire, al suelo y al mar. Se producen, con preocupante frecuencia, fugas de importantes cantidades de agua contaminada con un altísimo nivel de radiactividad y la gestión de los residuos generados sigue siendo un desastre y no se ha diseñado un plan para desmantelar los reactores accidentados.
La Autoridad de Regulación Nuclear japonesa ha registrado más de 200 incidentes en ese emplazamiento tras el accidente nuclear del 11 de marzo, lo que es un claro exponente de la falta de control. Algunos de estos sucesos son de gran importancia, como las fugas de agua radiactiva producidas en agosto de 2013 (más de 300 toneladas) y las de febrero de 2014 (más de 100 toneladas), calificadas, de momento, como de nivel 3 en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES).
El INES 7 es el nivel más alto en la escala de gravedad y es el que fue otorgado a los accidentes de Chernóbil y de Fukushima. La fuga de miles de toneladas de agua altamente radioactiva se considera como una de las principales razones de que se mantenga el nivel anormalmente alto de radiación en Fukushima. Y esas cantidades de agua radiactiva son la causa segura de la contaminación de los ecosistemas marinos y de la pesca: se han capturado peces con niveles de radiactividad muy por encima de lo permitido.
Sucesos graves, como las fugas de agua radiactiva producidas en agosto de 2013 (más de 300 toneladas) y febrero de 2014 (más de 100 toneladas), calificadas de momento como de nivel 3 Por otra parte, los datos desvelados por el prestigioso diario japonés Asahi señalan que cerca de la mitad de los empleados de la central nuclear, es decir, más de 15.000 personas, están recibiendo dosis de radiación por encima de lo permitido.
Más de 52.000 personas evacuadas
Por otra parte, las 52.000 personas evacuadas siguen sin poder volver a sus hogares en la zona contaminada porque los niveles de radiactividad son demasiado altos.
Días antes del tercer aniversario de la tragedia que vivió Japón el 11 de marzo de 2011, decenas de miles de personas participaron en una manifestación antinuclear en Tokio para demandar el cierre de sus centrales nucleares. Pedían el cierre definitivo de éstas, pues los 48 reactores nucleares japoneses están, de hecho, provisionalmente parados desde hace casi dos años, por lo que Japón no cuenta desde hace meses con producción de electricidad de origen nuclear. Durante la manifestación, varios músicos tocaron utilizando la electricidad producida por grandes paneles solares, para demostrar que se puede vivir sin centrales nucleares.
Sin embargo, el primer ministro, Shinzo Abe, no ha aprendido ninguna lección de lo ocurrido en Fukushima. En lugar de promover las energías renovables y profundizar en la eficiencia energética, lo que intenta ahora es reactivar el riesgo nuclear tratando de que vuelvan a funcionar esos reactores.
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