De izquierda a derecha, Carolin Altmann y Holger Wiese. Fot. Jan-Peter Kasper FSU |
En principio, un rostro que encontremos atractivo, y que nos atraiga sexualmente, se grabará en nuestra memoria con mayor facilidad y de manera más indeleble, que un rostro poco atractivo, porque habrá atraído mucho más nuestra atención. Por eso, en bastantes casos, días después de haber visto una cara atractiva y otra corriente, recordaremos a la primera pero no a la segunda.
Sin embargo, el atractivo físico, cuando se basa en rasgos demasiado típicos, como los que a menudo imponen las modas, puede hacer que una cara sea más difícil de recordar que otra menos atractiva pero con rasgos menos frecuentes en la población. Todo ello, por supuesto, excluyendo los casos obvios de caras con rasgos tan raros y llamativos que las recordaremos perfectamente.
En un nuevo estudio se ha profundizado en el curioso fenómeno psicológico de cómo a veces los mismos rasgos que dan atractivo físico a una cara, paradójicamente, pueden dificultar el recordarla.
Es lo que ha constatado el equipo de Holger Wiese, Carolin Altmann y Stefan Schweinberger, de la Universidad Friedrich Schiller de Jena en Alemania: Los rostros atractivos sin ninguna característica especial, dejan muy poca huella en nuestra memoria. Estos psicólogos comprobaron experimentalmente que los sujetos de estudio tendían a recordar mejor rostros poco atractivos, que los más atractivos, cuando éstos últimos no tenían rasgos distintivos que los hicieran claramente diferentes, y los primeros sí.
En el experimento, los investigadores mostraron fotografías de rostros a los sujetos bajo estudio. La mitad de los rostros fueron considerados más atractivos, y la otra mitad, menos. Todos, sin embargo, tenían rasgos muy comunes, sin ninguna característica claramente distintiva. Las fotos se mostraron a los sujetos de estudio sólo durante algunos segundos. Ese era todo el tiempo del que disponían para fijarse en los rostros y eventualmente memorizarlos. Durante la siguiente fase del experimento, les mostraron rostros y debían decir si los reconocían o no.
Los científicos se sorprendieron con el resultado: "Hasta ahora asumíamos que era más fácil recordar caras que fueran percibidas como atractivas, por el simple hecho de que preferimos ver rostros bonitos", explica Wiese. Pero los resultados mostraron que esa correlación no se sustenta fácilmente.
Además, el estudio reveló un segundo aspecto muy interesante: En el caso de los rostros atractivos, los científicos detectaron más falsos positivos, o sea que ante un rostro bello, los sujetos de estudio tendían más que ante uno vulgar a creer recordarlo del pase anterior de fotos cuando en realidad ese rostro atractivo no había sido mostrado en aquel primer pase. Wiese cree que eso puede reflejar una tendencia subconsciente a creer que reconocemos una cara sólo porque la encontramos atractiva. NCYT
No hay comentarios:
Publicar un comentario