Dos investigadoras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) crearon una prueba olfativa para detectar signos clínicos de la enfermedad de Alzheimer, a fin de saber el grado de avance de un paciente para que especialistas médicos puedan tomar medidas al respecto.
La prueba de olores existe en Europa y Estados Unidos, pero no para la población mexicana; ese fue el primer objetivo del proyecto dirigido por la doctora Rosalinda Guevara Guzmán, de la Facultad de Medicina, y la doctora Patricia Severiano, de la de Química.
A decir de la doctora Guevara Guzmán, uno de los primeros rasgos del Alzheimer es la pérdida olfatoria, “pero no se reporta por qué se relaciona frecuentemente con la edad avanzada, con algo que tiene que suceder por el paso del tiempo, cuando en realidad no se presenta en todas las personas.
“Tenemos más desarrollados los sistemas auditivo y el visual, pero también disminuyen sus capacidades por el paso del tiempo, como sucede con los sistemas gustativo y olfatorio. Lo grave en estos últimos es que su deterioro puede ocasionar que el afectado deje de comer y comprometa su salud, ya que al cambiar sus umbrales olfatorios y gustativos no huele ni encuentra sabor a los alimentos, lo que deriva en problemas de desnutrición”.
La selección de aromas se realizó a través de un cuestionario a 1.500 mexicanos de toda la República, para que eligieran los olores que les eran más familiares, de los cuales seleccionaron 59 y después sólo se quedaron con 20 aromas herbales, especiados, florales y frutales, entre ellos guayaba, café, rosa, canela, hierbabuena, cilantro y más.
La prueba consiste en pedir a las personas mayores oler las concentraciones de aromas, se les pregunta si las perciben, enseguida que las identifiquen y, por último, distinguen ese aroma entre los demás. También se realiza una prueba de umbral que indica cómo aumenta el grado de reconocimiento al incrementarse la concentración de la sustancia que se les da a oler.
El examen cognitivo ayuda a determinar si existe alguna alteración del conocimiento provocada por un daño neuronal causado por el mal de Alzheimer u otros trastornos neurodegenerativos; para el test de memoria se eligieron olores no familiares a fin de que la persona los detectara y recordara de qué se trata.
La prueba se repite a lo largo de tres sesiones, una por semana, y si en la tercera el paciente identifica al 100 por ciento los olores indicará que no hay indicio de Alzheimer; pero de haber problemas en el reconocimiento será signo de que el proceso cognitivo de la función olfatoria tiene algún deterioro.
En los casos en que el individuo dice que sí percibe el olor pero no sabe qué es lo que huele, se le muestran dibujos de la figura que se trate para que haga la relación, es decir, por la asociación visual se comprueba que su memoria olfativa sea efectiva.
La doctora Guevara Guzmán señala que para determinar el grado de avance del problema se hace un comparativo de los resultados con los de personas de la misma edad y el mismo sexo, del mismo estatus sociocultural y de salud en general.
“La prueba se debe hacer periódicamente para reconocer el grado de avance y determinar el tratamiento a seguir por parte de un especialista médico. El test es indicador temprano de que hay disminución de las capacidades olfatorias y que hay riesgo de desarrollar Alzheimer.
“Hemos visto que cuando una persona se encuentra en estado avanzado de demencia o ya tiene la enfermedad de Alzheimer, su memoria olfativa falla y ya no puede hacerse nada para solucionarlo”, puntualiza la científica de la UNAM.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay casi 20 millones de enfermos del mal de Alzheimer, padecimiento que regularmente se presenta en gente mayor a 65 años, aunque los primeros síntomas se experimentan entre los 40 y 50 años, y en México se estima la afectación en cerca de 500 mil personas, cifra que en menos de 10 años podría triplicarse al considerar el cambio en la pirámide poblacional. Fuente: NCYT
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