Algunos ensayos demues- tran el potencial de nuevos medicamentos de anti- cuerpos para ralentizar el avance de la enfermedad
ANTONIO REGALADO - TRADUCIDO POR TERESA WOODS
Cuanto antes se trate la enfermedad de Alzheimer, mejor. Quizás incluso antes de que se manifiesten los síntomas. Esa es la idea que ha impulsado los fármacos experimentales que se han diseñado para eliminar placas cerebrales (acumulaciones de beta-amiloides) y prevenir el deterioro cognitivo.
Recientemente en Washington (EEUU), tanto Eli Lilly como Biogen presentaron nuevos datos que sugieren que los anticuerpos diseñados para romper o eliminar estas placas pueden ralentizar el avance de la enfermedad de Alzheimer, especialmente en pacientes con la forma más leve de la enfermedad.
Los fármacos se basan en la "hipótesis de amiloides" según la cual la acumulación de amiloides de almidón dentro del cerebro representa la causa de la enfermedad de Alzheimer. Esa "materia peculiar" fue descrita por primera vez en 1907 por el médico Alois Alzheimer, por el que la enfermedad recibió su nombre.
Aún se debate acerca de la causa real del Alzheimer, y la mejor manera de frenarlo. Pero los principales esfuerzos farmacéuticos, como los de Biogen y Lilly, ahora se están uniendo en torno a una estrategia común, según los expertos: los pacientes se tratan antes y también son sometidos a nuevas pruebas de imagen cerebral para confirmar la existencia de estas placas.
Basándose en los datos preliminares recolectados durante los últimos años, Lilly está a mitad de camino de concluir un tercer gran estudio de su anticuerpo, llamado solanezumab, y Biogen está a punto de lanzar su propio estudio de tercera fase de aducanumab. A diferencia de otros estudios, estos requieren que los pacientes se hagan pruebas de imagen y prefieren a los pacientes con síntomas muy limitados.
Los escáneres cerebrales representan una innovación clave, además de reciente. En 2012, la Agencia de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó una tinta de escaneo fluorescente fabricada por Lilly que se adhiere a estas placas y hace que se iluminen dentro de un escáner PET (ver Un escáner cerebral para el Alzhéimer). Antes de eso, solo se podía confirmar la existencia de estas placas del Alzheimer con certeza con una autopsia post mortem.
Esto significa que hasta el 25% de los pacientes participantes en estudios farmacéuticos realmente no padecían el Alzheimer, sino que sufrían de otro tipo de demencia. Además, los científicos han descubierto que las placas empiezan a acumularse entre 10 y 20 años antes de que se presenten los síntomas externos, lo que sugiere que los fármacos deberían administrarse mucho antes.
Algunos estudios académicos incluso tratan a personas totalmente asintomáticas. Por ejemplo, un estudio está siguiendo a 300 personas de una familia extendida en Colombia que padece una mutación genética muy poco común que les lleva a padecer la enfermedad de Alzheimer antes de los 45 años de edad, y algunos recibirán el anticuerpo experimental de eliminación de placas de Genentec, crenezumab. El propósito del estudio es averiguar si se retrasa la aparición del Alzheimer.
Otro estudio de prevención, llamado A4, está reclutando a 1.000 personas que superen los 65 años de edad y que aún no sufren ningún tipo de problema relacionado con la memoria, pero que sí han dado positivo en una prueba de placas realizada con un escáner PET. En ese estudio, que durará tres años, algunos recibirán el fármaco de Lilly y otros un placebo.
Hasta el momento, solo cinco medicamentos han sido aprobados en Estados Unidos para tratar la enfermedad de Alzheimer – y ninguno nuevo desde el año 2003, según un estudio del año pasado realizado por la Clínica Cleveland. Ninguno de los medicamentos existentes ayuda demasiado, y el desarrollo de nuevos fármacos se ha mostrado muy complicado. A lo largo de una década, más del 99% de los estudios sobre el Alzheimer fracasaron en su intento de producir avances, según concluyó la Clínica Cleveland.
Los fármacos antiamiloides tampoco han marcado ningún tanto todavía. En 2012, grandes estudios realizados por Lilly no demostraron un efecto estadísticamente significativo de su fármaco de anticuerpos. A pesar de las dudas suscitadas, la empresa decidió proseguir con otro ensayo clínico de fase tres en pacientes con una manifestación leve de la enfermedad, que deberá dar resultados el año que viene. En la conferencia de la Asociación del Alzheimer en Washington, Lilly presentó un segundo análisis de sus datos anteriores que apoyaba la idea de que el fármaco podría funcionar en este tipo de paciente.
Los resultados de Biogen han sido de lejos los más prometedores. El pasado mes de marzo, un pequeño estudio suyo demostró que el declive cognitivo de los pacientes que tomaban la dosis más alta de su anticuerpo era cinco veces menor que el declive sufrido por los pacientes que recibían el placebo. Los deterioros mentales se midieron con exámenes que incluían preguntas del estilo, "¿Qué año es?" y "¿Dónde estamos ahora?" y "Cuente hacia atrás desde 100 por intervalos de siete". También había una menor presencia de placas en el cerebro.
La dosis más alta del fármaco de Biogen conllevaba unos efectos secundarios, como dolores de cabeza y la acumulación de líquidos dentro del cerebro. En su presentación de resultados en Washington, Biogen aportó nuevos datos de otros 30 pacientes adicionales que recibieron una dosis intermedia del medicamento. Los resultados en general concordaban con las conclusiones anteriores: tanto la severidad de los efectos secundarios como los beneficios parecen guardar un paralelo directo con la dosis tomada.
Biogen afirma que su medicamento es el primero que muestra una reducción estadísticamente significativa de las placas y una ralentización de los síntomas. Basándose en eso, Biogen decidió pasar directamente a los estudios decisivos de fase tres del fármaco. Ahora lanzará dos nuevos estudios, con unos 1.000 pacientes cada uno. (Para ganarse la aprobación de la FDA, a menudo es necesario demostrar resultados positivos en dos estudios independientes). Como Lilly, Biogen buscará a pacientes con síntomas de fase temprana y realizarán un cribado mediante pruebas de imagen cerebral, según la descripción de ambos estudios.
Otra cosa que tienen en común estas pruebas de anticuerpos es su elevado coste. Este año el CEO de Biogen, George Scangos, calculó que el coste de su programa de Alzheimer rondará los 2.500 millones de dólares (unos 2.277 millones de euros), lo que incluye el coste de fabricar el fármaco. Entre 40 y 50 millones de personas en todo el mundo padecen la enfermedad de Alzheimer, y cualquier medicamento capaz de frenar los progresos de la enfermedad podría convertirse en la estrella de la industria. (MIT)
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