
El 17% de los casi 5000 estudiantes secundarios consultados inició una pelea en el último año para hostigar a otro compañero.
Ignorar al compañero, ridiculizarlo o insultarlo son situaciones que hicieron sentir a otro o que vivieron en carne propia más de la mitad de 4971 alumnos del secundario de escuelas públicas de 21 provincias argentinas.
Y el caso llegó a mayores para alrededor de un 17 % de los adolescentes consultados. Muchos de ellos optaron directamente por los golpes, ya sea como autores o víctimas, según un estudio sobre violencia en la escuela media realizado por investigadores del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
“Los mayores niveles de violencia se presentan en el Nordeste argentino, losmenores se producen en el conurbano bonaerense, mientras que en la ciudad deBuenos Aires ronda el promedio general del país”, destacan los sociólogos Ana Lía Kornblit y Dan Adaszko, autores del trabajo que también puntualiza: “La pelea de golpes de puño sigue siendo una modalidad muy presente en lo que hace a la resolución de conflictos entre los adolescentes, lo que ha crecido entre las mujeres”.
El fenómeno de la violencia en la escuela dejó de ser un suceso que se veíapor televisión en otros países. Pero sin llegar al extremo del ataque de un chico contra sus compañeros con un arma ocurrido en Carmen de Patagones en 2004, la violencia parece asistir a clase. Por eso, el equipo de la UBA realizó una encuesta a adolescentes de entre 15 y 19 años en ciudades del país con más de 50.000 habitantes.
Los ataques revelan distintos niveles de agresión. Algunos maltratos son sutiles, como impedirles a otros que participen de un grupo o cargarlos. De este hostigamiento fue víctima y protagonista el 52% de los chicos consultados, y un 16,6% dijo haber cometido un acto de violencia en el último año como irse a las piñas o amenazar u obligar a otro a hacer algo indeseado. Un 16,9% expresó haber sido víctima de ese maltrato.
“No son grupos excluyentes. Por momentos, algunos son víctimas, pero losmismos son agresores en otros momentos. Es un escenario generalizado de vínculos violentos”, define Adaszko. Sin hallarse en una u otra posición, tres de cada cuatro jóvenes admitió haber sido testigo de actos hostiles y un tercio, de hechos de violencia.
Datos preocupantes¿Estos resultados colocan al país en niveles inquietantes? “Son preocupantes, pero esto no pasa sólo en la Argentina”, indica Kornblit, que también es psicóloga, médica, antropóloga e investigadora del Conicet.“Este fenómeno -explica- tiene que ver con la identidad adolescente. Los cambios de la sociedad en su conjunto, en cuanto a la inserción laboral de los jóvenes, llevan a desarrollar en las culturas juveniles una postura crítica a la sociedad de los adultos, pero sin alternativas. La escuela no acompaña este proceso, porque sigue manteniendo patrones del modelo de socialización de 50 años atrás. Esto motiva estas manifestaciones de violencia en la escuela, aunque no sólo allí.”
En este sentido, los adolescentes consultados, que dijeron tener un proyectode vida futuro, estaban más alejados de los modos violentos en la escuela. Los varones y los que confesaron que no les gusta la escuela son los que protagonizaron más hechos violentos, sin observarse diferencias entre los niveles socioeconómicos.
Aunque sí influyó si el hogar es conflictivo, con peleas o discusiones fuertes, así como un bajo nivel de autoestima. En este caso, son más propensos tanto a agredir como a ser víctimas de la violencia, papel en el que no suelen defenderse, lo que alimenta aún más su desvalorización.
En tanto, cuando participan como agresores “lo hacen como un modo demostrarse ante sus pares y de ocultar sus miedos e inseguridades en un contexto en que el uso de la fuerza física es altamente valorado”, señala el estudio.
Algo natural
La violencia es vista como algo natural. Un alto porcentaje de los encuestados adhirió a frases como “las peleas que se producen entre los jóvenes los fines de semana son inevitables”.
A pesar de que estos chicos nacieron en los años 90, los estereotipos expresados mostraron componentes tradicionales. El 75% de la muestra coincidió con frases como “las mujeres que sufren violencia de sus maridos o parejas algo habrán hecho o se lo habrán buscado” o “el hombre que parece más agresivo es más atractivo”.
También expresaron xenofobia, en especial contra los gitanos, los judíos y los orientales. “Los adolescentes históricamente han tenido el rol de modificar prejuicios, pero en este caso reproducen estereotipos retrógrados y conservadores”, subraya Adaszko.
Pero no todo fue malestar o agresividad en los adolescentes que participaron. “Los climas sociales escolares favorables, donde se propicia el diálogo, se valora el esfuerzo del alumno, su integración y participación y se minimizan las prácticas autoritarias, disminuyeron considerablemente la frecuencia de las situaciones violentas”, concluyen los autores. (Fuente: Cecilia Draghi para La Nación, Julio, 2007)
“Los mayores niveles de violencia se presentan en el Nordeste argentino, los menores se producen en el conurbano bonaerense, mientras que en la ciudad de Buenos Aires ronda el promedio general del país”, destacan los sociólogos Ana Lía Kornblit y Dan Adaszko.
Me permito manifestar mi duda sobre la afirmación referida al conurbano bonaerense. Cierto es que en la totalidad de los indicadores sociales el NEA, supera al tradicionalmente considerado “atrasado” NOA ( de paso, y a modo de chivo, los invito a admirar y comprar artesanías formidables hechas por las mujeres y adolescentes wichis de El Potrillo, Depto. de Ramón Lista, escondidas en el stand de la Provincia de Formosa en la Rural).
Pero el conurbano bonaerense tiene en general los indicadores de violencia de la totalidad de la zona templada del país, de Mendoza a Concordia, pasando porCórdoba, Rosario y Mar del Plata, en los picos extremos de la estadística. De lo afirmado en la nota se desprendería que la Capital presenta índices promedio, y por lo tanto superiores a los del Gran Buenos Aires, que seria la zona de menor incidencia.Tendría que ver como fue tomada la muestra en Gran Buenos Aires y en Capital. Los investigadores son muy serios y prestigiosos y no habrán tomado sectores no representativos del todo social, pero me atrevo a señalar que el recorte del universo a escuelas públicas podría afectar las conclusiones.
Si se confirmara que en esto la Capital, con un 52% de víctimas-victimarios, está peor que la provincia de Buenos Aires, habría que comenzar una profunda autocrítica sobre lo hecho en los últimos años en materia de adolescencia en la ciudad, desde cuando esos niños cursaban la escuela primaria.
Muy preocupante, y fuente de mal pronóstico, es también el dato sobre visualización de la violencia de género: El 75% de la muestra coincidió con frases como “las mujeres que sufren violencia de sus maridos o parejas algo habrán hecho o se lo habrán buscado” o “el hombre que parece más agresivo es más atractivo”.Si el promedio de edad de estos adolescentes es de quince años, y han recibido educación formal desde los cinco: ¡Cuánto queda por hacer en el área!Hablando de eso : ¿quien es el responsable de políticas de juventud? ¿que dirá y que hará con estos datos?
Atilio Álvarez
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