
Explotación entre humanos y de la naturaleza, mujeres despreciadas, imperios invasores. ¿Siempre ha sido así? Si traspasamos 5.000 años de nuestro pasado, nos encontramos con sociedades basadas en el respeto y la solidaridad. Señal de que también podemos cooperar.
Nuestra anatomía no ha cambiado en 200.000 años. Hace muy poco, unos 5.000 años, la cultura humana sufrió un gran cambio. Pueblos que vivían en desiertos, adoradores de dioses violentos, que consideraban a las mujeres inferiores y peligrosas, invadieron al resto de la humanidad que vivía en lugares fecundos y veneraba a diosas generosas símbolo
de la fertilidad de la mujer (imágenes de mujeres embarazadas) y de la tierra (imágenes de mujeres negras, como la tierra fértil).
Hace 2006 años, el cristianismo intentó recuperar aquella cultura solidaria del pasado. En sus primeras comunidades se compartía todo y la mujer jugaba un papel importante. A los 300 años, el imperio romano se apoderó del cristianismo, convirtiéndolo en conquistador y sanguinario. Se prohibió adorar a nadie que no fuera el Padre y el Hijo.
cristianos. La Diosa se convirtió en Santa o en Virgen. Incluso se la masculinizó, como ocurrió con la diosa griega Deméter, que se convirtió en Santa Demetra, patrona de la agricultura, y luego en San Demetrio.
Por el mundo hay muchas vírgenes negras, diosas cristianizadas. En Navarra las tenemos en Gares (iglesia del Santo Sepulcro y ermita de Eunate), en Dorreaga y en Urantzia (Santa María la Real), donde a pesar de que le quitaron el color negro, conserva el letrero en latín “Negra soy pero hermosa”. ¿Y si el San Fermín moreno, es también la Diosa cristianizada y masculinizada?.
Los cuernos del toro que acompañaban a la Diosa, símbolo del poder de la naturaleza, la cultura patriarcal los usó como símbolo del poder masculino y el cristianismo como símbolo del mal (Satanás).
La cultura del dominio también está en uno mismo. Me desprecio, me reprocho, me culpabilizo y me castigo. Ignoro mi cuerpo, lo descuido y lo maltrato. El único amigo inseparable que me acompañara de por vida es mi cuerpo. Su "instinto de conservación", busca lo mejor para mí. Me defiende y me cura con estornudos, toses, vómitos, diarreas, congestiones dolorosas y fiebres.
Me enorgullezco de su fuerza y sabiduría ancestral. No encuentro motivos para no corresponder a tan incondicional y precioso compañero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario