Investigadores
de la Universidad McGill, de Canadá, y la Universidad Carlos III de Madrid han
detectado actividad del cerebro embrionario antes del nacimiento en
experimentos realizados en embriones de pollos, si bien estos hallazgos podrían
tener implicaciones, no sólo para el desarrollo de animales, sino también para
el de los niños nacidos prematuramente.
Según este estudio, publicado en la revista 'Current Biology', bajo ciertas
condiciones, los cerebros de los pollos embrionarios parecen estar activos
mucho antes de que estén listos para romper el cascarón y salir de sus huevos.
Los investigadores despertaron embriones de pollo, dentro de sus huevos,
mediante la reproducción de sonidos fuertes y significativos para ellos (la
reproducción de sonidos sin sentido para los pollos no fue suficiente para
despertar sus cerebros).
"Este trabajo muestra que los cerebros de los embriones pueden funcionar
de una manera activa, antes de lo previsto -mucho antes del nacimiento",
declara Evan Balaban, de la Universidad McGill, en Canadá, quien añade que,
"al igual que los cerebros adultos, los cerebros de los embriones también
poseen conexiones neuronales, que controlan el medio ambiente para despertar el
cerebro, de manera selectiva, durante los eventos importantes".
Esta actividad cerebral aparece en un estado latente, pero inducible, durante
el 20 por ciento final de la vida embrionaria. En ese momento, como los
patrones del sueño también se manifiestan. Antes de esta principal línea
divisoria en el desarrollo -durante el primer 80 por ciento de la vida
embrionaria- los embriones están en un estado que no es ni sueño ni vigilia.
Balaban sugiere que puede ser útil comparar este estado a lo que sucede cuando
las personas están en estado de coma, o bajo la influencia de la anestesia.
Toda esta línea de trabajo fue posible gracias a una nueva generación de
reproductores de imágenes cerebrales moleculares, desarrolladas por los
coautores Juan José Vaquero, y Manuel Desco, de la Universidad Carlos III, en
Madrid. Estas nuevas máquinas pueden detectar cantidades muy pequeñas de
moléculas, e identificar pequeñas regiones del cerebro.
Los investigadores se sorprendieron al capturar una actividad, similar al
despertar, antes del nacimiento. Y hubo otras sorpresas, también: los cerebros
de los embriones que observaron mostraron una variación considerable en la
actividad cerebral. Antes de la aparición de los patrones de sueño y vigilia,
los embriones de pollo exhibieron una gran cantidad de movimiento espontáneo. Una
vez que las aves alcanzaron el 80 por ciento de la marca en el desarrollo, el
resto del cerebro comenzó a activarse.
Según Balaban, "el último 30 por ciento del desarrollo cerebral del feto
es un momento más interesante de lo que pensábamos, porque es cuando surgen las
funciones complejas del cerebro que dependen de la coordinación de áreas del
cerebro muy distantes entre sí".
Estos hallazgos podrían explicar los casos de aprendizaje
fetal y neonatal; y también plantean preguntas acerca de las consecuencias en
el desarrollo a largo plazo de la actividad cerebral, por ejemplo, en los bebés
que nacen muy prematuramente.
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