El glifosato, poderoso veneno herbicida nocivo para la salud y ampliamente tolerado por el gobierno de Cristina de Kirchner (y por los anteriores), se usa en los cultivos de todo el país para mejorar los rindes de las cosechas. Pero a la vez está siendo aplicado en lugares públicos de toda la Capital Federal, en barrios como Caballito, Coghlan y Palermo, para controlar malezas. Al parecer, Mauricio Macri, como Cristina, tampoco tiene mucha conciencia al respecto de los peligros de estos venenos sobre la poblción.
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(U) - Generalmente, cuando
la gente en la ciudad oye hablar de Monsanto, piensa en el campo y, a lo sumo,
en que quizá los alimentos que esté consumiendo pudieran llegar a rtener alguna
clase de contaminación de agroquímicos, producto de alguna falla en el proceso
de industrialización de la comida. Sin embargo, los alcances del gigante de la
biotecnología llegan a la ciudad ed Buenos Aires, donde se fumigan con glifosato
espacios públicos para cntrolar la maleza. Así lo relata para Noticias
Urbanas, Clarisa Ercolano:
Creada en los 60 por Monsanto, la peligrosa sustancia no es solo un triste
patrimonio de los ámbitos rurales: se usa también en la Ciudad. Desde cáncer
hasta malformaciones de todo tipo, su toxicidad va más allá de los 400 metros.
Caballito, Puerto Madero, Saavedra, Coghlan, Belgrano, Colegiales y Palermo son
algunos de los barrios en los que se utiliza.
Parece inentendible que en una zona completamente urbanizada la palabra
glifosato represente, como lo es actualmente en las áreas rurales, una
preocupación para los vecinos. Si bien este agrotóxico cuestionado mundialmente
por sus efectos contaminantes tiene una incidencia directa en zonas de cultivos,
en la Ciudad se lo usa para mantener a raya el pasto y las malezas, que se secan
casi instantáneamente luego de ser rociados por el potente químico.
El glifosato fue creado en los años 60 por la multinacional Monsanto y
actualmente se lo combina peligrosamente con otras sustancias para aumentar su
eficacia, que no están especificadas en la etiqueta y que producen mayor
toxicidad.
Son numerosos los casos de trabajadores rurales cuya salud se vio
gravemente deteriorada por administrarlo sin la debida protección, como por
ejemplo, la experiencia de Fabián Tomasi, cuyas huellas digitales llegaron a
borrarse por el contacto con el herbicida. Sin embargo, en plena plaza Giordano
Bruno, en Caballito, se ve a los aplicadores sin máscaras y a quienes están en
la zona expuestos directamente a su contacto, que persiste luego impregnado en
plantas y en la tierra. El glifosato tiene como mínimo un alcance de 400 metros
desde el lugar donde se lo aplica.
Según la EPA (Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos),
el glifosato que llega al suelo es fuertemente absorbido, por eso, aunque es
altamente soluble en agua, permanece en las capas superiores del suelo y tiene
una vida media de más de 60 días.
Ninguna parte de Buenos Aires parece a salvo de este mal. Por caso, en
Puerto Madero, mientras la gente come al aire libre, camina o realiza
ejercicios, empleados del Gobierno de la Ciudad fumigan con sus mochilas para
evitar que crezca maleza entre los adoquines.
Graciela Draguicevich se encontró con este cuadro mientras caminaba por uno
de los diques y elevó una denuncia a la fiscalía luego de preguntar a un
empleado con qué fumigaba. "Nos envenenan a todos, el empleado ante mi pregunta
de qué era lo que estaba fumigando, respondió: 'Glifosato'. Le dije que se iba a
enfermar, que enfermaría a sus futuros hijos. Me dijo que ya lo sabía, que era
el único trabajo que pudo conseguir", relata a NU la mujer, que es técnica en
Comunidades Ecológicas.
"Existe un uso y abuso de esta sustancia en todo el país. También se
fumigan las vías del tren en plena Capital, se usa para jardines, plazas,
banquinas de las rutas por Vialidad Nacional, y los municipios lo usan en todas
las zonas parquizadas desconociendo el gran peligro que eso conlleva. Entonces
el peligro no solo está en el uso en la agricultura, frutas, verduras, sino
también como producto de jardinería", explica la abogada experta en derecho
ambiental Graciela Gómez.
Las calles comprendidas entre Congreso y General Paz, en Saavedra, el
puente Superí, cerca de las vías de Belgrano R y la estación Coghlan son otros
sectores donde los vecinos denunciaron fumigaciones. Aunque, en este caso,
vinculadas a las concesionarias de las empresas de trenes que usan este método
para tener despejadas las vías férreas. "Podría haber alcanzado con una máquina
de cortar pasto, pero la solución fue mucho más extrema", señala Gómez.
Las líneas Sarmiento, Roca y Mitre utilizan este método de desmalezamiento
que llega hasta los bordes de casas, parques y demás espacios ubicados a la vera
del ferrocarril.
Sin embargo, el problema va mucho más allá de los terrenos
ferroviarios.
"En cualquier jardín de Avenida del Libertador las porterías están usando
glifosato; en las rutas, Vialidad misma; también en plazas y parques donde
nuestros chicos juegan", advierte Gómez. "Esto es una locura imparable. La gente
tiene que saber qué se está usando y con qué se está fumigando", apunta.
El doctor Andrés Carrasco, jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de
la UBA e investigador principal del organismo, determinó que "concentraciones
ínfimas de glifosato, respecto de las usadas en agricultura, son capaces de
producir efectos negativos en la morfología de un embrión".
¿El resultado en laboratorio? Microcefalia, especímenes de un solo ojo y
deformidad craneofacial, entre otros. El estudio de Carrasco determinó los
riesgos que esta sustancia conlleva para la salud humana: toxicidad subaguda
(lesiones en glándulas salivales), toxicidad crónica (inflamación gástrica,
problemas respiratorios, alergias), daños genéticos (en células sanguíneas
humanas), trastornos reproductivos (reducción de espermatozoides, abortos,
malformación fetal), efectos cancerígenos y contaminación de alimentos.
En julio de 2011 otra voz se sumó para alertar. Un extenso informe de
Greenpeace afirmaba que el glifosato tiene efectos crónicos para el organismo
humano, como cáncer, defectos de nacimiento, daños neurológicos, necrosis y
muerte celular en células embrionarias y placentarias.
Las distancias mínimas para la aplicación de agroquímicos no tienen
regulación a escala nacional pero casi ninguna ley provincial, ordenanza o
cautelar está por debajo de los 500 metros. Algo imposible de cumplir en la
Capital, donde se fumiga a solo unos pasos de viviendas, comercios y plazas.
"Aquí no se puede dividir entre área urbana y área rural, porque toda el área es
urbana", se queja Gómez.
Tan laxa es la normativa que, por ejemplo, el ramal de la línea Mitre, en
las secciones que corresponden a la provincia de Buenos Aires, no fumiga porque
una ordenanza lo prohíbe, pero sí lo hace en el tramo entre General Paz y
Retiro, afectando a los barrios de Saavedra, Coghlan, Belgrano, Colegiales y
Palermo. "Algo ridículo, como si en la Capital hubiese una suerte de inmunidad",
ironiza la abogada ambientalista.
Si en Capital no hay cultivos, ¿por qué igualmente se usa
glifosato?
Porque el sesgado manual en las vías del ferrocarril parece que da mucho
trabajo a los obreros, entonces es mejor fumigar cualquier yuyo y secarlos con
glifosato. Pero no solo fumigan las vías sino que tenemos filmaciones y fotos de
cómo fumigan los estacionamientos al margen de las vías y todos los automóviles
que la gente estaciona allí, sin saber que luego se está en contacto directo con
el veneno aplicado sobre manijas y puertas del coche; suben con niños y
trasladan el veneno a otros lugares a través del automóvil fumigado.
Los lugares más denunciados por los vecinos son las plazas, vías y
espacios verdes. ¿De qué manera esto puede afectar a la
población?
En todo. Si usted lleva a sus chicos a la plaza o a pasear por el parque, o
lleva las mascotas, todos son afectados. Muchas familias y niños que asisten a
escuelas en el conurbano, que lindan con las vías del tren fumigadas, son
atendidos por exposición; esto lo relata con lujo de detalles el Dr. en Medicina
y psiquiatra Marcelo Dignani del Hospital Paroissien (HIGA); se trata no solo de
niños sino de familiares que acuden a retirar o a llevar a sus hijos a esas
escuelas. Por otra parte, da vergüenza ajena que algunos empleados trabajen a
cara descubierta y sin guantes ni botas, o bien, vestidos como astronautas
mientras la gente cruza con cochecitos de bebés sin ninguna protección.
¿Existe algún tipo de regulación en la Ciudad al
respecto?
Solamente el partido de Vicente López y algún que otro municipio tienen
ordenanzas al respecto de las vías, pero en la CABA se usa el Round Up como otro
elemento de trabajo. Habría que preguntarle al Jefe de Gobierno cómo compran
litros y litros del producto, con qué autorización y por asentimiento de qué
ingeniero agrónomo, y qué fábrica les provee el producto. Hay muchas denuncias
de porterías que en plena Avenida del Libertador usan el matayuyos para los
jardines en la fachada de los edificios suntuosos. Se fumigaban también terrenos
en el predio de La Rural y la denuncia cayó en manos del Dr. Ricardo Monner
Sans, que no la movilizó.
¿Hay algún tipo de recurso legal que los vecinos puedan
tomar?
Denuncia directa al defensor del Pueblo, y si la prueba es palmaria,
violación a la CN y a la Ley de Medioambiente, y se cuenta con los plazos
establecidos, un amparo directo para no perder tiempo, porque es la única forma
de parar esta locura. Hay que aclarar que la legislación solo toma en cuenta la
DL50 (dosis letal), pero no se tiene en cuenta que las aplicaciones continuas en
el tiempo, aunque sean pequeñas, son bioacumulables, lo cual es una bomba de
tiempo. Eso es lo que denuncié ante el Parlamento Europeo y ante el BID. Este
último obligó al Senasa a adaptar la Resolución 350 a categorizar los
agroquímicos según la OMS año 2009, con la nueva Resolución 302/2012
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