Ole Hertel. (Foto: Jens C. Pedersen, Universidad de Aarhus) |
En reposo, respiramos aproximadamente entre 12 y 15 veces por minuto y se intercambia aproximadamente un litro de aire por cada inhalación. Dependiendo del nivel de actividad, esto constituye una cantidad diaria del orden de veinte metros cúbicos de aire. Si ese aire está contaminado con partículas o gases nocivos como ocurre en las zonas urbanas polucionadas, la cantidad de aire contaminado inhalada durante años de residencia en tales zonas puede bastar para desencadenar una enfermedad.
Los ataques de asma, las sibilancias (leves pero característicos silbidos de pecho que se generan al respirar), las enfermedades cardiovasculares y el cáncer de pulmón son algunas de las enfermedades que en algunos casos pueden aparecer en una persona como consecuencia de una exposición prolongada al aire contaminado de las zonas urbanas más afectadas.
El equipo de Ole Hertel, de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, ha completado un estudio sobre el uso de datos procedentes de la monitorización directa del aire, así como la utilización de herramientas de análisis espacial, para lograr evaluaciones más precisas de la exposición a sustancias contaminantes atmosféricas. En la investigación han trabajado también otros expertos de esa universidad, así como de la de Copenhague en el mismo país y la Sociedad Oncológica Danesa.
Los resultados del estudio ponen de manifiesto, entre otras cosas, que el riesgo de una mayor incidencia de esas enfermedades por culpa del aire contaminado no puede dejarse de lado indolentemente como si se tratase de una relación no comprobada.
La lista de enfermedades que en Dinamarca se asume que pueden ser promovidas por la contaminación atmosférica es larga, como admite Hertel, aunque también matiza que esto no significa que Dinamarca contenga el aire más polucionado del mundo. Hertel señala a núcleos urbanos especialmente problemáticos en Asia, América del Sur e incluso África, como las zonas del mundo con el aire más contaminado. En tales lugares, la polución por partículas del tipo PM10 alcanza típicamente valores anuales medios de entre 50 y 200 microgramos por metro cúbico de aire, mientras que el contenido en Copenhague y otras extensas ciudades del oeste de Europa normalmente se encuentra en un nivel más bajo, de alrededor de entre 20 y 50 microgramos por metro cúbico. Pero incluso en ambientes "moderadamente polucionados", Hertel y otros científicos pueden encontrar casos de problemas graves de salud provocados por el aire que se respira a diario en esas zonas urbanas.
Mediante la combinación de mediciones hechas en relativamente pocos lugares, pero bien elegidos, con modelos avanzados sobre la difusión de la contaminación atmosférica, los investigadores pueden calcular el grado de contaminación del aire en cada zona con una precisión que llega incluso a manzanas (cuadras) y edificios.
Hertel y sus colegas han revisado estudios científicos que relacionan la contaminación del aire con problemas de salud. En el caso específico de Dinamarca, se han observado enfermedades respiratorias y cardiovasculares después de picos en la contaminación atmosférica. Dichos picos pueden ocurrir por ejemplo cuando durante unos días no sopla nada de viento en una ciudad, y los humos en vez de ser dispersados por él tienden a formar una nube sobre la ciudad.
Otros de los datos revisados indican no sólo casos de cáncer pulmonar promovidos por la contaminación atmosférica, quizá lo más típico y fácil de comprender, sino también enfermedades cardiovasculares e incluso diabetes. Al respecto de esta última enfermedad, Hertel confiesa que le ha sorprendido, y destaca que se trata de una información bastante novedosa, al menos en el contexto investigado. Él y sus colaboradores ya están trabajando para encontrar una explicación biológica convincente para esta relación entre diabetes y contaminación atmosférica. NCYT
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