Como suele ocurrir en ciencia, el descubrimiento de la proteína M, que se describe en la revista Science, fue prácticamente casual. Lo que los investigadores de varios centros, liderados por el Scripps Research Institute, pretendían era entender el origen del mieloma múltiple, un tipo de carcinoma que se origina en las células B y que se sabe puede estar asociado a infecciones crónicas por parte de organismos como la Escherichia coli, la Helicobacter pylori y el virus de la hepatitis C. Pero con lo que se encontraron fue con una extraña proteína que desafía las leyes evolutivas y podría esconder la respuesta a las infecciones crónicas.
Para intentar entender este proceso proliferativo y su nexo con las infecciones crónicas, los investigadores liderados por Richard Lemer estudiaron el micoplasma, un parásito que infecta a las personas de forma crónica y que tiene preferencia por la superficie celular. Uno de los investigadores analizó muestras de anticuerpos de la sangre de pacientes de mieloma múltiple, para ver si respondían a una serie de especies de micoplasma.
Una de las proteínas que los anticuerpos reconocían era de un tipo concreto de micoplasma, Mycoplasma genitalium, que causa infecciones de transmisión sexual en humanos. Lo curioso es que, con independencia de la muestra que se tratara, todos los anticuerpos reaccionaban a la proteína, lo que hizo sospechar a los investigadores que no se encontraban ante una proteína normal, que se adhiere selectivamente a según qué anticuerpos.
De hecho, lo que ellos pensaban que era una M. genitalium normal resultó haber evolucionado a un tipo de proteína 'descocada', que se adhería a cualquier anticuerpo que encontrara. Las consecuencias para el organismo y en concreto para el sistema inmunológico eran, como mínimo, extrañas. Normalmente las respuestas de los anticuerpos están diseñadas para responder a patógenos invasores con ataques teledirigidos específicamente a ellos. Así, el organismo escoge anticuerpo que desplegar ante un ataque. Así es como está diseñado el sistema y esta nueva proteína pone patas arriba, explican los autores, todo lo establecido anteriormente.
Una proteína que se acople a cualquier anticuerpo podría actuar como un cebo universal, anulando así las respuestas del organismo a los patógenos, ya que los anticuerpos se irían hacía esa proteína en lugar de donde deberían acudir.
Así, esta extraña y nueva proteína, descubierta casi por casualidad y que los científicos han bautizado como Proteína M, podría poner en peligro todo el sistema inmunológico. O viéndolo por el lado bueno, podría ser una potente arma contra las infecciones. Si se la llegara a conocer, consideran los investigadores, y se desarrollara una estrategia farmacológica para vencerla o bloquearla, ese mismo fármaco serviría para tratar un número amplio de distintas infecciones.Según explicó uno de los autores, Rajesh Grover, a EL MUNDO, aunque es difícil fijar una fecha, en alrededor de un año se podría empezar con esta búsqueda.
"Lo que parece es que se trata de una solución evolutiva elegante para resolver el problema del micoplasma a la hora de evadirse del sistema inmunológico", añadió Grover.
Explican los investigadores que si se confirma esta propiedad de cebo universal de anticuerpos de la Proteína M, no solo podría convertirse en una diana terapéutica para nuevos fármacos que harían más fácil tratar infecciones crónicas y silentes sino que, además, podría modificarse genéticamente de forma que se dirigiera a grupos específicos de células B, sirviendo incluso para tratar ciertos tipos de linfomas.
No es la única aplicación que se vaticina para este hallazgo. "Hoy en día, los anticuerpos son una familia terapéutica importante. La proteína M ofrece nuevo material para investigación y purificación de anticuerpos a gran escala. Podría ser el método de purificación de anticuerpos más util encontrado hasta la fecha", enfatizó Grover. La cualidad de cebo de anticuerpos podría otorgar a la Proteína M otro interesante papel: convertirse en cazadora de anticuerpos extraños que se demostraran biomarcadores de distintas enfermedades, añadió el investigador del Instituto Scripps.
Sin embargo, aclaran que es pronto para especulaciones pero, sin duda, el trabajo en Science es prometedor y no es arriesgado predecir que la Proteína M dará mucho que hablar. Fuente: El Mundo.es
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