COMIDA E IDENTIDAD SOCIAL
Las normas sociales influyen en la elección de los alimentos, según concluye una investigación realizada por expertos de Reino Unido al hacer una revisión sistemática de 15 estudios experimentales de 11 revistas que estudiaron si el suministro de información sobre los hábitos alimenticios de otras personas influye en la ingesta de alimentos o las opciones que escogen.
Este metaanálisis, cuyos resultados publica 'Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics', encontró que si los participantes recibieron información que indicaba que los demás estaban ingiriendo opciones bajas en calorías o alimentos con alto contenido calórico aumentó significativamente la probabilidad de que los participantes tomaran decisiones similares.
Además, los datos indican que las normas sociales influyen en la cantidad de alimentos que se comen y que el hecho de que otros coman grandes porciones incrementó la ingesta de alimentos por parte de los participantes. También hubo una fuerte asociación entre la comida y la identidad social.
"Si el sentido de sí mismo de una persona está fuertemente orientado por su identidad como miembro de su comunidad local y se percibe que la comunidad come de forma saludable, entonces esa persona podría tender a comer de forma saludable con el fin de mantener un constante sentido de identidad social", argumenta el investigador principal, Eric Robinson, de la Universidad de Liverpool.
La necesidad de consolidar nuestro lugar en nuestro grupo social es sólo una forma de que las normas sociales influyen en nuestras opciones alimentarias. El análisis también reveló que los mecanismos sociales que influyen en lo que decidimos consumir están presentes incluso cuando comemos solos o estamos en el trabajo, aunque no seamos conscientes de ello.
"Las normas influyen en el comportamiento alterando el grado en que un individuo percibe que la conducta en cuestión es beneficiosa para él. El comportamiento humano puede ser guiado por una norma percibida del grupo, incluso cuando las personas tienen poca o ninguna motivación para complacer a otras personas", añade Robinson.
"Teniendo en cuenta que en algunos estudios los participantes no creían que su comportamiento estuviera influenciado por las normas de educación alimenticia, parece que los participantes no consideraron conscientemente la norma cuando hicieron su elección de alimentos", prosigue.
Los científicos advierten que se necesita más investigación pero que este tipo de estudios pueden ayudar a comprender la forma en que las personas toman decisiones sobre el consumo de alimentos y a dar forma a la política pública y los mensajes acerca de opciones saludables. "La evidencia revisada aquí es consistente con la idea de que las conductas alimentarias pueden ser transmitidas socialmente", comenta Robinson.
"Teniendo en cuenta estas consideraciones, los resultados de esta revisión pueden tener implicaciones para el desarrollo de campañas de salud pública más eficaces para promover la alimentación sana", agrega. Además, entiende que las políticas o los mensajes que normalizan los hábitos alimenticios saludables o que reducen la prevalencia de creencias que muchas personas comen poco saludable pueden tener efectos beneficiosos sobre la salud pública. (EUROPA PRESS)
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