Durante siglos se afirmó que las costumbres, la educación y los hábitos determinan a qué hora la cama “nos llama” cada noche: ahora se sabe que ello está determinado en nuestros genes.
Millones de personas acompañan a las gallinas y se van a dormir cuando se pone el sol, otras permanecen despiertas durante horas del comienzo de la noche sin poder dormir, otros millones más duermen recién de madrugada… pero, ¿qué determina realmente la hora de llegada del sueño habitualmente?
Investigadores de la Universidad de California, creen haber descubierto que los genes que recibimos traen codificado, el tipo de formato para el sueño que cumpliremos a lo largo de nuestras vidas, más allá de lo que las obligaciones nos impongan.
“Nos guste o no nuestros padres nos dicen cuándo tenemos que irnos a la cama según los genes que nos dieron”, afirma el neurogenetista Louis Ptacek, en declaraciones que publica la BBC.
Todos tenemos un reloj interno y también un cronotipo
Miles de células nerviosas que tenemos en el hipotálamo –donde se regula todo tipo de función corporal- indican para cada uno, no solo la hora mejor para irnos a dormir, sino lo contrario: la mejor hora en que funciona nuestro cuerpo, el cronotipo de una persona.
Ello es porque cerca del comosoma “2” tenemos mutaciones diferentes en el mismo gen, lo que nos divide básicamente en dos grandes grupos: los “gallos” (que tienen Síndrome de la Fase del Sueño Anticipado) y hacen honor a su nombre al atardecer y al amanecer, y los “búhos”, cuyo “Síndrome de la Fase del Sueño Retrasado”, los convierte en noctámbulos absolutos.
Sin embargo otros estudios muestran además que existen cambios durante la edad de la persona.Niños y adolescentes tienen tendencia a levantarse más tarde, con un máximo de demora en los varones a los 21 años y en las mujeres a los 19. (La Red21)
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