Aunque los resultados de una investigación reciente apuntando a la posible existencia en el manto terrestre de tanta agua como para llenar un superocéano no tienen nada que ver con el mundo subterráneo presentado por Julio Verne en su famosa novela "Viaje al Centro de la Tierra", seguramente también fascinarán a mucha gente, incluyendo, por supuesto, a los científicos que han realizado la investigación.
El equipo de Tom Garth y Andreas Rietbrock, de la Universidad de Liverpool en el Reino Unido, han determinado que ciertas zonas de falla en el lecho oceánico podrían transportar cantidades de agua mucho mayores desde los océanos de la Tierra hacia el manto superior que lo que se pensaba anteriormente.
Los autores del estudio han estimado que a lo largo de la historia de la Tierra, la zona de subducción de Japón por sí sola puede haber transportado al manto terrestre el equivalente a hasta tres veces y media el agua de todos los océanos terrestres.
Utilizando técnicas de modelado sísmico, los investigadores analizaron una clase de terremotos que se desencadenan a más de 100 kilómetros por debajo de la superficie de la Tierra.
El análisis de las ondas sísmicas de esos terremotos muestra que ocurrieron en ciertas zonas de falla con bajas velocidades sísmicas. Las ondas sísmicas viajan más despacio en esas zonas de falla que en el resto de la placa de subducción porque el agua marina que se filtró a través de las fallas reaccionó con las rocas oceánicas formando serpentinita, un tipo de minerales que contienen cantidades significativas de agua.
Estas zonas de falla hidratadas pueden llevar grandes cantidades de agua, lo que sugiere que las zonas de subducción transportan mucha más agua desde el océano hacia el manto de lo que se había sugerido previamente.
Parte del agua transportada hacia el manto por estas zonas de falla hidratadas acaba interviniendo en un proceso en el que se funde material del manto, lo que a su vez origina volcanes encima de la zona de subducción, como por ejemplo los que conforman el "Anillo de Fuego", un amplio arco de volcanes activos y líneas de falla en el Océano Pacífico. El noventa por ciento de los terremotos del mundo tienen lugar a lo largo de este cinturón sísmico, y Japón sufre aproximadamente 1.500 al año.
Parte del agua que es transportada hacia el manto termina regresando a la atmósfera terrestre en forma de vapor. Pero otra parte es llevada hacia las profundidades, en el manto, y podría ser almacenada allí.
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