Día Mundial de la Sonrisa
Desde que Leonardo Da Vinci pintara La Gioconda, mucho se ha hablado de lo que escondía su sonrisa. Ahora, investigadores españoles han descubierto hasta qué punto este gesto, que capta poderosamente nuestra atención, confunde el reconocimiento de las emociones y nos hace percibir un rostro como alegre, aunque no lo esté.
Los seres humanos deducimos el estado de ánimo de los demás a partir de sus expresiones faciales. “El miedo, la ira, la tristeza, el disgusto o la sorpresa se infieren rápidamente de este modo”, explica a SINC David Beltrán Guerrero, investigador de la Universidad de La Laguna. Pero hay emociones más difíciles de percibir.
“Existe una amplia variedad de expresiones más ambiguas, de las que es difícil suponer el estado emocional que se esconde detrás. Un caso paradigmático es el de la expresión de alegría”, continúa Beltrán, que forma parte de un grupo de expertos de la institución canaria que ha analizado en tres artículos científicos la capacidad de la sonrisa para falsear esta habilidad de deducción innata en las personas.
“La sonrisa desempeña un papel fundamental en el reconocimiento de la alegría o felicidad de otros. Pero, como sabemos, no siempre que sonreímos estamos realmente alegres”, añade. En algunos casos, la sonrisa refleja simplemente cortesía o afiliación. En otros, puede incluso ser un recurso para ocultar sentimientos y motivaciones negativas, tales como dominancia, sarcasmo, nerviosismo o vergüenza.
Para desarrollar esta línea de investigación, los autores crearon caras compuestas por bocas sonrientes y ojos que expresaban emociones no alegres, y las compararon con caras en las que tanto bocas como ojos se relacionaban con un mismo tipo de estado emocional.
El objetivo fundamental fue descubrir hasta qué punto la sonrisa sesga el reconocimiento de las expresiones ambiguas, y hace que se identifiquen con la alegría a pesar de estar acompañadas por ojos que expresan claramente otro sentimiento.
El poder de una sonrisa
“La influencia de la sonrisa depende mucho del tipo de tarea que se les pida a los participantes y, por tanto, del tipo de actividad en el que estemos inmersos cuando nos encontramos con este tipo de expresiones”, apunta Beltrán.
Así, cuando la tarea es puramente perceptiva –como la detección de rasgos faciales–, la influencia de la sonrisa es máxima, hasta el punto de que no se encuentran diferencias entre las expresiones ambiguas (boca alegre y ojos no alegres) y las expresiones genuinas de alegría (boca y ojos alegres).
En cambio, cuando la tarea implica categorizar las expresiones, es decir, reconocer si es de alegría, tristeza o de cualquier otra emoción, la influencia de la sonrisa disminuye, aunque sigue siendo importante, ya que en un 40% de las ocasiones los participantes identifican las expresiones ambiguas como genuinamente alegres.
Sin embargo, la influencia de la sonrisa desaparece en la evaluación afectiva, es decir, cuando se le pide a alguien que valore si la expresión facial es positiva o negativa: “La sonrisa puede llevar a tratar una expresión no alegre como alegre, excepto cuando estamos implicados en la evaluación afectiva de dicha expresión”, subraya.
La sonrisa puede reflejar cortesía o afiliación, pero también ocultar sentimientos y motivaciones negativas
Un estímulo difícil de valorar
Para los autores, la razón por la que a veces la sonrisa conduce a una mala categorización de la expresión tiene que ver con la alta ‘saliencia’ visual de la sonrisa –su capacidad para capturar la atención– y su casi exclusiva asociación al estado emocional de alegría.
En una investigación reciente, encontraron que la sonrisa domina gran parte de las etapas iniciales del procesamiento cerebral de las caras, hasta el punto que provoca actividades eléctricas del cerebro similares para expresiones genuinas de alegría y expresiones ambiguas con sonrisas y ojos no alegres.
Mediante la medida de movimientos oculares, observaron que una expresión ambigua se confunde y categoriza como alegre si la primera fijación de la mirada cae en el área de la boca sonriente, en lugar de en el área de los ojos.
Sin embargo, es curioso que la influencia de la sonrisa en estas valoraciones no es igual para todas las personas. “En otro estudio comprobamos que las personas con ansiedad social tienden a confundir menos las expresiones ambiguas con expresiones genuinas de alegría”, concluye Beltrán. SINC
Referencias bibliográficas: Manuel G. Calvo, Hipólito Marrero, David Beltrán. “When does the brain distinguish between genuine and ambiguous smiles? An ERP study”. Brain and Cognition 81 (2013) 237–246.
Manuel G. Calvo, Andrés Fernández-Martín, Lauri Nummenmaa. “Perceptual, categorical, and affective processing of ambiguous smiling facial expressions”. Cognition 125 (2012) 373–393.
Manuel G. Calvo; Aida Gutiérrez-García; Pedro Avero; Daniel Lundqvist. “Attentional Mechanisms in Judging Genuine and Fake Smiles: Eye-Movement Patterns”. Emotion 2013, Vol. 13 (2013), No. 4, 792–802.
viernes, 4 de octubre de 2013
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