Todo empezó aquí, en México. O, al menos, aquí es donde estalló todo, donde se vieron las primeras mascarillas, donde aparecieron los primeros muertos, donde primero se vaciaron las calles y se llenaron los hospitales y donde primero se instaló el pánico.
Y, como cualquier fenómeno que convulsiona un país, un continente y hasta el planeta entero, también tiene una fecha. El 23 de abril es una día que los mexicanos recuerdan de memoria, cuando el Ministro de salud de México José Ángel Córdova, tras una reunión con el presidente Felipe Calderón, interrumpía la programación y aparecía en radio y televisión para anunciar la aparición de un extraño virus en el país. Un virus que se propagaba sin control, llegado del exterior y del que se desconocía todo; composición, origen, y remedio.
Una pareja con mascarillas se besa en México. (Foto: Efe) JACOBO G. GARCÍAMéxico.-Aquella sorpresiva intervención al filo de la media noche dio paso a una de las peores semanas que recuerda este país en su historia moderna. Rápidamente se pasó de "brote" a epidemia y más tarde a pandemia. Pronto los medios mexicanos comenzaron a compararlo con la llamada "gripe española", que dejó más de 50 millones de muertos entre 1918 y 1919.
Sanidad alertó entonces de que la cepa H1N1 podía causar la muerte afectando las vías respiratorias y que el mecanismo más fácil para la propagación era a través del estornudo. Porque aquel virus mortal que había llegado para quedarse podía aguantar sobre cualquier objeto en estado latente durante varias horas. Un enemigo 600 veces más pequeño que una célula.
Y, de repente, el metro se vació y se cerraron los colegios, las universidades, las oficinas, los museos, los restaurantes, los cines y hasta la jornada de fútbol se disputó a puerta cerrada. Paralelamente en la calle florecían remedios de todo tipo y hasta las autoridades tuvieron que hacer un llamado a la población para evitar la compra y consumo de medicamentos "piratas" o apócrifos para atender enfermedades respiratorias.
Incluso cuando los sacerdotes pedían darse "fraternalmente la paz" los fieles preferían saludarse en la distancia o hacer una ligera inclinación con la cabeza. Las autoridades habían recomendado no saludarse "ni de mano ni de beso" así que la gente levantaba ligeramente la muñeca en señal de bienvenida y evitaba estornudar en público para no convertirse en sospechoso.
Aunque algunos se pintaron una curva hacia arriba sobre la el fieltro, todas las sonrisas de la capital mexicana desaparecieron bajo las mascarillas. La ciudad que tiene un beso como logotipo promocional de cara al turista, la misma que ostenta el récord guiness de parejas besándose al mismo tiempo se quedó repentinamente sin bocas bajo la tela azul. Pero lo peor eran las caras de miedo.
¿Víctima o verdugo?California, Veracruz, Texas, Oaxaca... El mundo miró entonces hacia México para saber si era realmente es el culpable de haber conducido al planeta a la primera pandemia del siglo XXI. Muchos meses después las autoridades sanitarias siguen insistiendo en que el país azteca no era el culpable, sino la víctima de un virus que llegó de Asia, mutó en Estados Unidos y entró en el país propagándose en el Distrito Federal.
Cuando le preguntaban al ministro José Ángel Córdova el motivo de la alta mortalidad en México éste respondía siempre lo mismo: "Era un virus, del que no sabíamos nada. Ni cómo actúa, ni qué fuerza tiene ni cómo se combate. Es la primera vez que se transmite de persona a persona, ya no viene de los animales pero activamos el plan de emergencia en cuanto tuvimos la información definitiva de los laboratorios de Atlanta y Canadá señalándonos la aparición de esta variante de la cepa H1N1", explicaba.
Parte de la opinión pública y de la comunidad internacional reprochó al gobierno de Felipe Calderón no haber tomado las medidas necesarias a pesar de las advertencias de la OMS (Organización mundial de la salud) y que desde 20 días antes de la sorpresiva aparición del ministro ante los medios se tenía constancia de la aparición del primer caso en la localidad de Perote (Veracruz). Desde el exterior, países como Brasil (el más afectado del continente americano con 1.500 muertos) criticó al gobierno de Calderón por tardar en difundir la alerta sobre la aparición del brote. Pero ¿cuántos países estaban preparados para la aparición de un virus nuevo y mortal como éste?
Relajación y rebroteSin embargo, con el paso del tiempo, 245 muertes y 65.000 millones de pesos en pérdidas económicas después, hoy sabemos algo más de este virus que aterrorizó a los mexicanos. Se sabe que no es tan letal ni virulento si se ataja a tiempo y que es menos contagioso de lo que se pensaba inicialmente.
Que un afectado puede contagiar de media a 1-3 personas, frente a la varicela que se transmite a ocho personas o el sarampión que puede llegar a contagiar a unas 10 en promedio. Se supo también que la gripe A es una enfermedad benigna que tiene cura si se detecta a tiempo, que afecta gravemente a las embarazadas y que todos los muertos tenían entre 20 y 54 años.
También que las mascarillas no sirven para nada, que no hay que automedicarse para no confundir los síntomas y que con el antiviral llamado Tamiflú, tratado dentro de las primeras 48 horas, el problema se resuelve rápidamente.
Después del desconcierto inicial, llegó la relajación y, en las últimas semanas y con el frío, un nuevo rebrote que ha disparado el número de afectados. El 6 de septiembre, tan sólo en 24 horas, se dieron 598 nuevos casos y en el último mes, otros 500 más. Pero ya nadie usa mascarilla, rehúye un abrazo o evita estornudar en público. Ahora que llegó el repunte falta saber si el país aprendió la lección.
El Mundo, España