"En base a diferentes encuestas que hemos realizado en los últimos 5 años, detectamos que los argentinos consumen más del doble de sal de lo recomendable", dijo a Clarín Sebastián Laspiur, director de promoción y protección de la salud del Ministerio de Salud de la Nación. También se identificó que la sal que ingieren los argentinos proviene en el 60% de los alimentos ya procesados, como enlatados, embutidos o galletitas, y el resto se agrega en las comidas.
"Vamos a lanzar una campaña de comunicación para que la gente reduzca el agregado de sal durante las comidas. Y empezamos a hacer acuerdos para que los alimentos ya procesados tengan menos sal", agregó Laspiur.
Por cada gramo que la población argentina baje en el consumo de sal, se evitarían 20.000 infartos y ataques cerebrovasculares, que representan 2.000 muertes al año, según estimaciones de Laspiur.
Se sabe que el consumo de sal debe ser evitado en personas con hipertensión, un desorden que sufre el 34% de los adultos. "Pero el beneficio de disminuir su consumo no es sólo para los hipertensos. La población general disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares si ingiere menos de 5 gramos diarios", dice Laspiur.
El Ministerio de Salud de la Nación hizo un acuerdo con la Federación Argentina de Panaderías y Afines y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial para bajar la sal en el pan. Su concentración se puede reducir hasta 1,5 gramos por cada 100 gramos de pan y la gente no notaría cambios en el gusto. El acuerdo se puso en marcha en 300 panaderías de La Pampa y se impulsará en todo el país. (La Nación)
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