¡Borja tiene el pene más grande que el mío! ¡Mamá, mamá, tengo una vagina!, dos exclamaciones de un niño y una niña pequeños, reales, de cinco y tres años, que dejaron a sus padres; primero atónitos, por la salida de tono, y luego incómodos por no saber qué hacer y qué responder en ese momento. Se trata de dos casos real de los primeros descubrimientos de la propia sexualidad.
Usted como padre, usted como madre, puede plantearse esta cuestión de las preguntas infantiles sobre sexo como un problema y hasta vivirlo con preocupación y angustia; pero también puede hacer lo contrario, verlo como una oportunidad para compartir esa curiosidad con su voluntad más amable, dedicada y amorosa para formar a su hijo o a su hija, también sobre sexo y de acuerdo con su edad, para hacerlo en compañía de quienes tienen la responsabilidad de educarlos con la garantía de que cuando hayan de disfrutar de su vida sexual, hará mucho tiempo que ya habrán sabido asimilar con naturalidad esa parte tan importante de sus vidas.
La preocupación de los padres es lógica porque los niños pueden recibir mucha información alrededor del sexo fuera del hogar familiar que intuimos que no resulta la más conveniente. Pero tampoco es de recibo que estemos bloqueados en la indecisión de no saber qué hacer. Hay que actuar. ¿Cómo? Pues, para empezar, cuando los niños son muy pequeños.
Educar a sus hijos teniendo como referencia su sexo y su sexualidad comienza cuando se puede interactuar con los niños. Y puede comenzar con poner etiquetas a su anatomía, dando nombres reales a cada una de las partes de su cuerpo y también a la de los genitales, los propios y los del otro sexo. Con naturalidad.
La correcta denominación - qué es cada parte de su cuerpo y qué hace -, sentará las bases de futuras cuestiones alrededor del mismo tema cuando los niños descubran aún más su sexo.
Los estudios demuestran que los niños que sienten que pueden hablar con sus padres sobre sexo - debido a que sus progenitores hablan sobre el tema abiertamente y escuchan - son menos propensos a involucrarse en conductas de alto riesgo en la adolescencia, que los niños que no perciben que pueden hablar con sus padres sobre el tema, ni aun con una mínima naturalidad.
Incluso si usted no puede deshacerse de la incomodidad que le supone hablar del tema, no se preocupe, simplemente sea honesto con sus hijos y no deje de explicar porqué se siente así.
Hablamos de decir algo así como 'Me siento incómodo hablando de sexo porque mis padres nunca me hablaron de eso, pero creo que podemos hablar abiertamente, y si no sé una respuesta, intentaré encontrarla para ti'.
Honestidad y sinceridad, sentida de verdad. En cualquier caso, siguiendo el hilo de nuestros argumentos y siendo sintéticos, no está de más recordar algunas razones que no debemos dejar de tener en cuenta también sobre el sexo contado a los niños:
Así, como comentábamos, ccomience cuanto antes, hablando como decíamos a los más pequeños de las partes de su cuerpo con total libertad. Hablando de la nariz, de las orejas, pero también del pene y de la vulva. Con toda naturalidad.
No dude tampoco en tomar la iniciativa. Llevando la conversación a aquellos aspectos que pueden ser reveladores para descubrir ese aspecto en los niños. Nos referimos a la forma en la que se produce la concepción, por ser el tema más espinoso de todos. Cuando el niño tiene entre seis y nueve años ya es capaz de comprender esos conceptos explicados de manera sencilla y elegante; basta con ayudarse con las manos para hacerlo de una manera gráfica que no le resulte violenta y entienda que todo eso no es un mero acto fisiológico sino que está rodeado de todo el cariño que lo trajo a él al mundo.
Y, por favor, no caiga en los tópicos de la polinización o la forma en la que se quieren los pájaros y las abejas. No es ese el camino. Se trata de abordar los temas desde la perspectiva de la realidad, no de camuflar esa realidad con otra que resulta, cuando menos, extraña o ambigua. Si suhijo pequeño no entiende la concepción, mucho menos va a entender la polinización.
Si su hijo, en cambio, es un preadolescente de entre diez y doce años, no deje de comentar las consecuencias y la responsabilidad que tiene disfrutar de su sexualidad. Su misión es ahora completar la información que recibe de los medios de comunicación y de los amigos con la parte más humana de las relaciones sexuales.
Y un punto más.. Puede parecer banal, pero, que sus hijos vean películas en las que dos personas apenas conocerse acaban en la cama juntos, no es un buen ejemplo para comprender el papel de la sexualidad y su vínculo con las relaciones de pareja.
Por último, a cada edad un tipo de información. Téngalo en cuenta. Se trata de que el niño asimile la información, no que le cree distorsiones que le impidan comprender donde encaja cada uno de los argumentos que le ha descubierto.
miércoles, 1 de febrero de 2012
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