Las cicatrices no son sólo un problema estético cuando resultan visibles en la piel.
El tejido dañado por un ataque al corazón, por ejemplo, dispara una respuesta inflamatoria para orientar la reparación, pero si esta respuesta es demasiado potente, la "sobrecarga de inflamación" conduce a la formación de cicatrices que limitan la capacidad del corazón para bombear sangre a través del cuerpo.
El nuevo estudio, llevado a cabo por el equipo del Dr. Geoffrey Gurtner, profesor y catedrático adjunto de cirugía en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, revela uno de los mecanismos fundamentales a través de los cuales las influencias de tipo mecánico pueden aumentar directamente la inflamación, la cual está muy implicada en la cicatrización.
En la investigación se comprobó que los ratones modificados genéticamente para que no produjeran cierta enzima, que se activa por fuerzas mecánicas, mostraban menos inflamación y fibrosis (formación excesiva de tejido fibroso conectivo) en sus incisiones, que los ratones de un grupo de control.
La inflamación y la formación de cicatrices también se vio reducida en los ratones a los que se les inyectó un compuesto orgánico denominado PF-573228, el cual bloquea esta enzima, que ayuda a las células a percibir los cambios mecánicos en su entorno.
Aunque se necesita investigar más antes de poder determinar la validez en los seres humanos de lo descubierto en este estudio, los investigadores esperan que su trabajo abra el camino hacia el desarrollo de nuevos tratamientos para enfermedades causadas por una cicatrización perniciosa, como la fibrosis pulmonar (la formación excesiva de tejido cicatricial en los pulmones), así como en las enfermedades inflamatorias como por ejemplo la artritis reumatoide.(NCYT)
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