Opinión Sur.- Cuenta la leyenda que un campesino de Anatolia llamado Gordias llevaba sus bueyes atados de tal modo que era imposible desatarlos y que quien lograra desatar ese nudo gordiano podría conquistar el Oriente. Al dirigirse a conquistar el Imperio Persa, Alejandro Magno se enfrentó con ese dilema y lo resolvió cortando el nudo con su espada. Hoy cortar un nudo gordiano hace referencia a una situación que no puede resolverse con soluciones tradicionales sino "cortándola" con valientes soluciones no convencionales.
Un caso dramático es la actual crisis global con epicentro en los países afluentes pero que también afecta al resto del mundo. Ninguna de las decenas de "soluciones" que se plantean para ajustar el desmadre fiscal y el enorme sobre endeudamiento resulta efectiva porque no apuntan a transformar la dinámica que generó la crisis y la extienden en el tiempo. Tienen, eso sí, un común denominador: no afectan a minorías privilegiadas pero descargan en cambio el peso del ajuste sobre sufridas mayorías. El clamor hoy es ¡no más de lo mismo! No sólo que esas "soluciones" son de futilidad absoluta generando círculos viciosos de decaimiento y disolución social, sino que castigan inmisericordemente a quienes son víctimas del proceso de concentración.
Soluciones sustentables existen y serán singulares para cada país y comunidad aunque tengan también un otro comun denominador: extraer valor de quienes lo han extraído desaforadamente a través de la especulación financiera. En este Siglo XXI algunos de los más relevantes nudos gordianos a cortar incluyen, entre otros, los siguientes:
(i) Siendo el capital financiero principal responsable del proceso de concentración y de las recurrentes crisis sistémicas, cabe decidir la imposición de tributos a los activos, las rentas y las transacciones financieras tal como los demás actores económicos son gravados.
(ii) Se impone eliminar las siniestras guaridas fiscales (llamadas "paraísos fiscales" con el propósito de disimular su verdadera naturaleza ) donde se refugian y reproducen capitales mal habidos en connivencia con las jurisdicciones que las cobijan.
(iii) Es imprescindible abatir la impresionante evasión y fuga de capitales que cometen los sectores más afluentes en todos los países del mundo. Dos ejemplos entre muchos otros casos semejantes son los de Grecia y España. Desde el comienzo de la recesión y en plena debacle nacional, los griegos acaudalados sacaron de su país 280.000 millones de euros cuando que la deuda total griega alcanza unos 350.000 millones de euros: la evasión representa un negocio de unos 40.000 millones por año, algo equivalente a un quinto del PBI. Entre enero y mayo de este año 2012 fugaron de España la friolera de más de 200.000 millones de dólares, equivalente al 16% del producto bruto interno.
La verdadera opción no es entre realizar o no estos cambios, sino entre ir por una transformación justa, pacífica y sustentable, o aguardar una violenta y traumática explosión de los miles de millones de personas afectadas. Para quienes reconocemos los valores de una democracia plena que supere las trampas que hoy la desvirtúan y abra posibilidades universales de mejor realización y significación; para quienes creemos en el potencial creativo de trabajadores, emprendedores, empresarios, funcionarios, ciudadanos de a pie; para los que adherimos al anhelo de vivir en paz, con dignidad, cuidando de los demás y el planeta todo, la opción es clara: vamos por una transformación justa y sustentable.
Cordial saludo.
Los Editores
No hay comentarios:
Publicar un comentario