Gonzalo de Conducta Animal y Neurociencia de Facultad de Psicología de de Sevil |
N. de la R.: La dopamina es concebida como uno de los neurotransmisores mas importantes del sistema nervioso central y se le relaciona con la regulación de diversas funciones motoras, neuroendocrinas, motivacionales, efectivas, así como con el consumo de drogas altamente adictivas como la cocaína, las anfetaminas y otros psicoestimulantes. La dopamina se encuentra ligada a diversas funciones cerebrales, va desde el control motor hasta el manejo de los sistemas depresivos, en la mayoría de los artículos y libros consultados relacionan la deficiencia de dopamina con las enfermedades de Parkinson, Esquizofrenia, Epilepsia, Trastorno Hiperactivo de Déficit de Atención (ADHD) y tendencia hacia el alcoholismo. La dopamina es también una neurohormona liberada por el hipotálamo.
En la Enfermedad de Parkinson, por ejemplo, la destrucción de las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra y que proyectan hacia los ganglios basales conlleva lesiones tisulares que terminan en la pérdida del control de los movimientos a cargo del sistema nervioso.
La dopamina se encuentra ligada a diversas funciones cerebrales, va desde el control motor hasta el manejo de los sistemas depresivos, en la mayoría de los artículos y libros consultados relacionan la deficiencia de dopamina con las enfermedades de Parkinson, Esquizofrenia, Epilepsia, Trastorno Hiperactivo de Déficit de Atención (ADHD) y tendencia hacia el alcoholismo.
Por ejemplo, se ha demostrado que la administración de dopamina a bajas dosis por vía inhalatoria produce dilatación bronquial en pacientes con ataques agudos de asma.
Otro caso: el tratamiento clínico con dopamina (DA) era considerado particularmente útil en las unidades de Terapia Intensiva, por adjudicársele la capacidad de mantener la homeostasis cardiovascular y, posiblemente, la de restaurar la función renal en caso de fallo agudo. Sin embargo, en la actualidad eso está en debate.
¿Cómo impacta la modulación dopaminérgica en las conductas del individuo? Hay gente trabajando en eso:
por JORGE MUNNSHE
MADRID (NCYT). L. Gonzalo de la Casa Rivas es Catedrático de Psicología Básica en el departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Sevilla, España. Es autor y coautor de libros, así como de numerosos artículos y ponencias. Compagina la docencia con una importante trayectoria de investigador. Los campos que más le interesan y en los que ha tenido mayor actividad incluyen, por ejemplo, el condicionamiento, la esquizofrenia, la inhibición latente, la asociación entre sustancias con efectos dopaminérgicos y el contexto en el que se administran, y la historia de la psicología. Ejerce actualmente su labor de investigación en el Laboratorio de Conducta Animal y Neurociencia de la Universidad de Sevilla.
-¿Cómo se inició su interés por la psicología? ¿Qué áreas le fascinan más?
-En 1981 empecé los estudios de Psicología en la Universidad de Sevilla. Por aquel entonces se impartían en la Facultad de Filosofía. Como casi toda la gente de mi generación, mi conocimiento de la psicología era muy limitado y poco ajustado a la perspectiva experimental. Mi interés fundamental estaba relacionado con el ámbito clínico y me sentía especialmente atraído por las orientaciones de carácter psicoanalítico. A medida que fui avanzando en mis estudios, fui desarrollando cada vez más la pasión por la investigación, y descubrí las enormes posibilidades que se abrían con el estudio del aprendizaje en animales, puesto que en esta área se conjugaban el rigor experimental y la posibilidad de identificar las leyes de la conducta. Desde entonces, tuve claro que quería dedicarme a la investigación y, como la única posibilidad que me permitía desarrollar una carrera investigadora era trabajar en la Universidad, centré todos mis esfuerzos en combinar la docencia y la investigación.
En lo relativo a las áreas de la Psicología que me resultan actualmente más interesantes, todo lo que se refiere a las interacciones entre lo psicológico y lo fisiológico me parece un campo apasionante. La posibilidad de descubrir cómo a partir del sustrato material que compone el sistema nervioso surge el proceso psicológico, con un nivel explicativo independiente y propio, representa uno de los grandes retos que se plantea la ciencia hoy en día. También me sigue interesando el ámbito de la psicopatología, puesto que me permite acercarme a una perspectiva aplicada de la ciencia que me hace sentir que puedo contribuir a mejorar la calidad de vida de algunas personas.
-¿Cree que hay una cierta confrontación entre la tendencia a ver la psicología más como una consecuencia de la neurología, y la tendencia a verla más como una consecuencia de las experiencias que vive el individuo? En ese sentido, ¿tiene hoy más peso el conocimiento del cerebro que por ejemplo el psicoanálisis?
-En ocasiones quizá da la impresión de que los avances en neurociencia pueden llegar a constituir por sí mismos una explicación de los procesos psicológicos como cuando, por ejemplo, se comprueba que lesiones en determinadas zonas del sistema límbico alteran las emociones, o que las experiencias reforzantes van acompañadas de un aumento en determinados neurotransmisores. Sin embargo, me parece evidente que confundir la estructura con la función constituye un error. Suelo plantearles a mis estudiantes de psicología, para mostrarles la necesidad de recurrir tanto a las explicaciones fisiológicas como a las psicológicas para entender la conducta, que reducir el comportamiento al funcionamiento del sistema nervioso sería como intentar explicar qué es un edificio de viviendas a partir de los ladrillos, los metros de vidrio o las toneladas de acero que lo componen, prescindiendo de su función, su estética, su localización, etc. Mi impresión es que a medida que se van desarrollando nuevas técnicas que permiten un estudio cada vez más detallado de la dinámica y los componentes del sistema nervioso, se va haciendo más evidente que la explicación psicológica es la que puede darles sentido a los datos de la neurociencia.
Con respecto al psicoanálisis, como había mencionado antes, fue una de las orientaciones que me resultaron más atractivas cuando empecé a interesarme por la psicología. A pesar de que mis contactos con la psicología clínica profesional han sido muy limitados, he tenido la oportunidad de profundizar en el conocimiento de la teoría y la técnica psicoanalítica durante mi práctica docente. Creo que el psicoanálisis, al menos en su formulación clásica que es la que mejor conozco, es una teoría de una gran profundidad y magistralmente organizada. De hecho representa probablemente uno de los más grandes avances en la comprensión del ser humano que se produjeron en el siglo XX desde una perspectiva filosófica y psicopatológica. Sin embargo, el no haber empleado un método científico adecuado y el haber elaborado una teoría de la conducta normal a partir de la observación de los pacientes neuróticos, han sido dos de las grandes limitaciones que han impedido que el psicoanálisis se haya integrado en la psicología científica contemporánea. Desde este punto de vista, es innegable que los estudios sobre el cerebro tienen en la actualidad un impacto y un peso mayor para la psicología que la teoría psicoanalítica.
-¿Considera que la frontera entre la psicología de los mamíferos y la del Ser humano está muy clara en los aspectos por usted estudiados dentro del campo del condicionamiento?
-La psicología comparada, que utiliza el conocimiento adquirido en la experimentación sobre la conducta animal para explicar la conducta humana, tiene su origen en la teoría de la evolución. Si aceptamos sin problema la continuidad entre las especies en el terreno de lo fisiológico o lo anatómico, ¿por qué tendría que ser diferente con el aprendizaje y la conducta? Es evidente que existen procesos de aprendizaje que compartimos con el resto de los animales, no sólo con los mamíferos, y la psicología comparada ha contribuido en gran medida al descubrimiento de muchas de las leyes que rigen la adquisición, el mantenimiento y la desaparición de nuevas conductas. En cualquier caso, hay fronteras entre la investigación animal y humana que tienen que ver con el uso del lenguaje, con la autoconciencia, la inteligencia, el pensamiento, etc. que son difíciles de traspasar. Sin embargo, puede llegar a ser sorprendente la capacidad de los psicólogos que estudian la conducta animal para simular situaciones que permiten estudiar desde la psicología comparada procesos como el lenguaje o la inteligencia tradicionalmente considerados como exclusivamente humanos.
-¿Cuáles son a su juicio las líneas de investigación y los avances más importantes o prometedores de los últimos años en el campo de los trastornos relacionados con la esquizofrenia?
-Por lo que se refiere al tratamiento de la esquizofrenia, sin duda el descubrimiento y la generalización del uso de los fármacos que se denominan antipsicóticos atípicos ha sido un importantísimo avance. Por lo que se refiere al terreno estrictamente psicológico, el análisis de las alteraciones en los procesos psicológicos desde la perspectiva de las teorías basadas en la hiperactividad dopaminérgica y en las alteraciones del sistema glutamatérgico ha permitido explicar algunos de los síntomas de la esquizofrenia a partir de alteraciones en procesos de naturaleza atencional, perceptivos o de memoria. Aunque probablemente son teorías que no cubren en su totalidad la complejidad del trastorno esquizofrénico, suponen un importante paso en la comprensión de la naturaleza psicológica de la enfermedad.
-¿Qué metas considera las más importantes en su línea de investigación sobre modulación dopaminérgica?
-De manera general, la meta más importante es confirmar que la dinámica del sistema nervioso depende en gran medida de las condiciones ambientales y de la experiencia previa del individuo. Así, por ejemplo, la liberación de dopamina en determinadas zonas cerebrales puede generar una sensación placentera, pero el mecanismo fisiológico dependerá de las experiencias previas positivas o negativas que hayamos tenido con los estímulos circundantes. Se trata de un circuito que se retroalimenta puesto que, por ejemplo, si uno pasa en un determinado restaurante una velada agradable con una persona a la que quiere, el estar con esa persona querida le producirá una serie de sensaciones positivas que en el ámbito fisiológico se traducirán en la liberación de dopamina, pero, además, la activación dopaminérgica quedará asociada con el entorno físico del restaurante, de tal forma que la siguiente vez que visite el establecimiento, aunque vaya solo, se producirá la activación dopaminérgica que le hará sentir el lugar y las cosas que allí le sucedan como más agradables.
Por lo que se refiere a las metas más específicas relacionadas con nuestros estudios sobre la modulación dopaminérgica, queremos comprobar si la asociación del contexto con la inducción de la activación o disminución de la actividad dopaminérgica, un aspecto que hemos comprobado hasta ahora de forma indirecta a través de cambios conductuales, se correlaciona de forma directa con la actividad cerebral. Desde un punto de vista práctico, esto podría llegar a suponer, por ejemplo, que si un paciente esquizofrénico tomara consistentemente su medicación antipsicótica en un mismo contexto, éste podría llegar a inducir por sí mismo respuestas similares a las que produce el fármaco. Esto abriría la posibilidad de reducir las dosis terapéuticas combinando adecuadamente los fármacos con la exposición al contexto. Evidentemente, ésta es una hipótesis preliminar que requiere de numerosas y rigurosas comprobaciones experimentales, pero los primeros datos que hemos obtenido en investigaciones con animales son muy prometedores.
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