Siete de cada diez casos de abuso infantil son intrafamiliares, a la vez que se estima que el 15% de la población sufrió algún abuso sexual antes de los 18, informó una especialista en el Día Universal del Niño al referirse a una de las problemáticas de la infancia.
"Las niñas, niños y adolescentes se encuentran cotidianamente en ámbitos de riesgo para sufrir ataques y malos tratos de todo tipo, sin embargo existen contextos de mayor vulnerabilidad que son aquellos que por sus características y funciones están directamente involucrados en la protección", indicó a Télam la doctora María Inés Bringiotti.
La especialista, profesora de la Universidad de Buenos Aires y también secretaria de la Asociacion Argentina de Prevención del Maltrato Infanto-Juvenil (ASAPMI), describió que "en este sentido el primer lugar es la familia o los que ocupen su lugar: hogares, instituciones, familias sustitutas o adoptivas".
Un estudio realizado por Bringiotti y Héctor Raffo en 2010, través del Programa de Investigación en Infancia Maltratada de la UBA, arrojó que el 12% de la población universitaria capitalina (tanto de universidades públicas como privadas) manifestó haber sufrido abuso sexual antes de los 18 años.
“Estas cifras aumentan al 15% en la población general y en ambos casos el 70% de los abusos ocurrieron en el ámbito intrafamiliar -padres, padrastros, pareja de la madre o de la hermana, tíos o abuelos”, indicó.
Y advirtió que “sólo la mitad de estas víctimas hacen la denuncia, de las cuales apenas el 20%por ciento obtienen una sentencia".
Al tratarse del principal ámbito donde se producen los abusos, a principios de noviembre ASAPMI junto a otras organizaciones, profesionales de la salud, periodistas, legisladoras y militantes feministas repudiaron una publicación del diario La Nación titulada "Padrectomía, la otra violencia familiar", que refería al supuesto "Síndrome de Alienación Parental” (SAP).
"El pretendido `Síndrome de Alienación Parental` consistiría en la denigración y rechazo de los hijos hacia su padre, provocado por el `lavado de cerebro` realizado por su madre, conviviente con el niño o niña", describe una carta enviada al director de ese medio que consta de más de 130 firmas.
Y continúa: "Es una herramienta que esgrimen quienes pretenden desacreditar las palabras de los niños y niñas que acusan a los mayores por haberlos sometido sexualmente, quitando valor a sus denuncias de abuso y maltrato".
En la misiva se indica además que la Organización Mundial de la Salud o la Asociación Americana de Psicología, no reconocen ni avalan el SAP, al tiempo que la Asociación Médica Americana (AMA) y la Asociación de Psicólogos Americana (APA), lo inhabilitan para configurar un síndrome diagnóstico.
Desde junio, ASAPMI venía manifestando a través de documentos su preocupación por "las crecientes campañas llevadas a cabo por padres supuestamente alejados de sus hijos/as en forma arbitraria, a través de los medios gráficos, radiales y televisivos".
"Estas defensas `en bloque`, generalizadas y apoyadas por un grupo de profesionales de diversas disciplinas, sólo ha logrado ayudar a la impunidad de quienes cometen actos dañinos para con sus hijos, lo que perpetúa y agudiza el daño ocasionado a estos niños a través de la revictimización institucional en los diversos ámbitos en donde la denuncia es tramitada", advirtió la organización.
Además del ámbito intrafamiliar, "existen espacios como la escuela, el jardín, la guardería y todos aquellos a donde los niños, niñas y adolescentes concurren y deben ser lugares de cuidado y protección", añadió Bringiotti.
En ese aspecto, en septiembre pasado, la justicia sentenció a doce años de prisión a Fernando Enrique Picciochi, un ex religioso del Colegio Marianista del barrio porteño de Caballito, por el delito de corrupción de dos menores y tomó como agravante su función de educador.
En los fundamentos de la sentencia, el Tribunal Oral en lo Criminal 8 de la Ciudad de Buenos Aires destacó el testimonio de la psicóloga forense quien consideró que los abusos se habían producido “en un contexto de pertenencia al ámbito estudiantil religioso, lo que dio lugar a una mayor vulnerabilidad emocional”.
“El impacto traumático del abuso en estos ámbitos tiene una fuerte impronta comparable al abuso por parte de familiares, especialmente por parte del padre que abandona su función protectora por la satisfacción de sus deseos”, explicó Bringiotti.
Como forma de prevención de casos de abuso, la especialista señaló que “es necesaria la visibilización, hablar, desarrollar conciencia en la comunidad respecto a que todo aquello que vulnere los derechos de los niños, niñas y adolescentes es un problema de todos”.
También sugirió que puede ayudar “mostrar indicadores que permitan alertar, sancionar la no notificación de los casos en los cuales al menos se sospecha el abuso, controlar las instituciones donde pasan muchas horas aislados y estar atentos a los cambios físicos, emocionales y relaciones que indiquen algún tipo de problema en los chicos”. Télam
La especialista, profesora de la Universidad de Buenos Aires y también secretaria de la Asociacion Argentina de Prevención del Maltrato Infanto-Juvenil (ASAPMI), describió que "en este sentido el primer lugar es la familia o los que ocupen su lugar: hogares, instituciones, familias sustitutas o adoptivas".
Un estudio realizado por Bringiotti y Héctor Raffo en 2010, través del Programa de Investigación en Infancia Maltratada de la UBA, arrojó que el 12% de la población universitaria capitalina (tanto de universidades públicas como privadas) manifestó haber sufrido abuso sexual antes de los 18 años.
“Estas cifras aumentan al 15% en la población general y en ambos casos el 70% de los abusos ocurrieron en el ámbito intrafamiliar -padres, padrastros, pareja de la madre o de la hermana, tíos o abuelos”, indicó.
Y advirtió que “sólo la mitad de estas víctimas hacen la denuncia, de las cuales apenas el 20%por ciento obtienen una sentencia".
Al tratarse del principal ámbito donde se producen los abusos, a principios de noviembre ASAPMI junto a otras organizaciones, profesionales de la salud, periodistas, legisladoras y militantes feministas repudiaron una publicación del diario La Nación titulada "Padrectomía, la otra violencia familiar", que refería al supuesto "Síndrome de Alienación Parental” (SAP).
"El pretendido `Síndrome de Alienación Parental` consistiría en la denigración y rechazo de los hijos hacia su padre, provocado por el `lavado de cerebro` realizado por su madre, conviviente con el niño o niña", describe una carta enviada al director de ese medio que consta de más de 130 firmas.
Y continúa: "Es una herramienta que esgrimen quienes pretenden desacreditar las palabras de los niños y niñas que acusan a los mayores por haberlos sometido sexualmente, quitando valor a sus denuncias de abuso y maltrato".
En la misiva se indica además que la Organización Mundial de la Salud o la Asociación Americana de Psicología, no reconocen ni avalan el SAP, al tiempo que la Asociación Médica Americana (AMA) y la Asociación de Psicólogos Americana (APA), lo inhabilitan para configurar un síndrome diagnóstico.
Desde junio, ASAPMI venía manifestando a través de documentos su preocupación por "las crecientes campañas llevadas a cabo por padres supuestamente alejados de sus hijos/as en forma arbitraria, a través de los medios gráficos, radiales y televisivos".
"Estas defensas `en bloque`, generalizadas y apoyadas por un grupo de profesionales de diversas disciplinas, sólo ha logrado ayudar a la impunidad de quienes cometen actos dañinos para con sus hijos, lo que perpetúa y agudiza el daño ocasionado a estos niños a través de la revictimización institucional en los diversos ámbitos en donde la denuncia es tramitada", advirtió la organización.
Además del ámbito intrafamiliar, "existen espacios como la escuela, el jardín, la guardería y todos aquellos a donde los niños, niñas y adolescentes concurren y deben ser lugares de cuidado y protección", añadió Bringiotti.
En ese aspecto, en septiembre pasado, la justicia sentenció a doce años de prisión a Fernando Enrique Picciochi, un ex religioso del Colegio Marianista del barrio porteño de Caballito, por el delito de corrupción de dos menores y tomó como agravante su función de educador.
En los fundamentos de la sentencia, el Tribunal Oral en lo Criminal 8 de la Ciudad de Buenos Aires destacó el testimonio de la psicóloga forense quien consideró que los abusos se habían producido “en un contexto de pertenencia al ámbito estudiantil religioso, lo que dio lugar a una mayor vulnerabilidad emocional”.
“El impacto traumático del abuso en estos ámbitos tiene una fuerte impronta comparable al abuso por parte de familiares, especialmente por parte del padre que abandona su función protectora por la satisfacción de sus deseos”, explicó Bringiotti.
Como forma de prevención de casos de abuso, la especialista señaló que “es necesaria la visibilización, hablar, desarrollar conciencia en la comunidad respecto a que todo aquello que vulnere los derechos de los niños, niñas y adolescentes es un problema de todos”.
También sugirió que puede ayudar “mostrar indicadores que permitan alertar, sancionar la no notificación de los casos en los cuales al menos se sospecha el abuso, controlar las instituciones donde pasan muchas horas aislados y estar atentos a los cambios físicos, emocionales y relaciones que indiquen algún tipo de problema en los chicos”. Télam
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