El equipo de Charles Emery, profesor de psicología en la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos, usó datos reunidos en un estudio sueco sobre envejecimiento, en el que se registraron los valores de diversos parámetros de salud de los participantes durante casi dos décadas. La muestra poblacional analizada consistió en 832 participantes con edades entre 50 y 85 años, que fueron evaluados hasta en siete series de pruebas durante 19 años. Emery y sus colegas analizaron a fondo los datos de las pruebas pulmonares y los de las pruebas cognitivas.
A los participantes suecos se les aplicaron pruebas para medir sus habilidades verbales asociadas a su volumen de conocimientos acumulados, la capacidad de memorización, las habilidades espaciales asociadas a la resolución de problemas, y la velocidad de procesamiento (que incluía la capacidad de escribir respuestas correctas con rapidez).
Un análisis de los datos con modelos estadísticos diseñados para mostrar los patrones de cambios en función del tiempo, determinó que el deterioro de la funcionalidad pulmonar puede conducir a pérdidas cognitivas, pero los problemas cognitivos no afectan a la salud pulmonar.
Las habilidades mentales sobre las que influyó el deterioro de la función pulmonar fueron las relacionadas con la resolución de problemas y con la velocidad de procesamiento. El descenso de la salud pulmonar no pareció afectar a la capacidad de memorizar o provocar una pérdida significativa de los conocimientos poseídos.
La conclusión lógica a partir de los resultados de este estudio es que todo aquello que se pueda hacer para preservar la función pulmonar también es beneficioso para la habilidad de resolver problemas y la velocidad de procesamiento, tal como razona Emery. Dos vías fundamentales serían practicar ejercicio físico con regularidad y dejar de fumar. También sería de ayuda minimizar la exposición a sustancias contaminantes del entorno.
Aunque este estudio no explica qué es lo que el deterioro de la función pulmonar le hace exactamente al cerebro, los investigadores suponen que el descenso de la salud pulmonar podría reducir la disponibilidad de oxígeno en la sangre, lo que a su vez podría afectar a las sustancias químicas que transmiten señales entre las neuronas.
En la investigación también han trabajado Deborah Finkel de la Universidad de Indiana Sudeste en New Albany, Estados Unidos, y Nancy Pedersen del Instituto Karolinska en Suecia y de la Universidad del Sur de California. NCYT Amazing
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