Este año se sostuvo el consumo sin variaciones respecto del año 2011, a punto que la recaudación creció un 27%, la desocupación se mantuvo en un 7,5% a pesar del impacto de la crisis, y se garantizaron todos los planes de asistencia social, entre otros indicadores. Argentina acaba de cerrar un año donde transitó el impacto notable de la crisis internacional y regional, que detuvo el crecimiento de todos los principales socios comerciales del país, sin destruir un solo puesto de trabajo, manteniendo el desempleo abierto en torno al 7,5%.
Mejoró jubilaciones y pensiones, convenciones colectivas y planes sociales por sobre el nivel inflacionario, según lo miden organismos públicos o privados.
Sostuvo el consumo interno sin variaciones respecto del año 2011, a punto que la recaudación creció un 27%, mientras “contra los augurios de default técnico”, pagó sus compromisos en tiempo y forma, y la deuda pública en moneda extranjera con privados alcanza al 9,1% del PBI, la más baja proporción en la serie de desendeudamiento iniciada en el año 2005.
Pero estas mejoras socioeconómicas globales también tienen correlato específico en los segmentos más vulnerables.
Al respecto, Juan Carr, responsable de Red Solidaria, observa que: “En 1980 entré a la Universidad de Buenos Aires (UBA) con el objetivo de trabajar en la producción de alimentos para los más postergados. Desde entonces vengo monitoreando el hambre y puedo decir que es el momento de nuestra historia como país en que a menos argentinos les falta la comida; es el momento en que menos hambre hay en nuestro país”.
Bernardo Kliksberg, asesor principal de Naciones Unidas en temas de pobreza y desigualdad, consideró que el programa de Asignación Universal por Hijo (AUH), implementado en el país desde fines del 2009, "es la mayor inversión en política social que se haya hecho en política internacional" (http://www.elliberal.com.ar/ampliada.php?ID=18233).
Adicionalmente, la cobertura sobre 1,8 millones de familias que brinda la AUH se incremento este año un 25,9%, la transferencia por hogar beneficiario es hoy de $680 promedio, el equivalente a 120 dólares promedio mensuales, con lo que se consigue la mayor transferencia de ingresos y el mayor poder adquisitivo del beneficio desde que la Asignación Universal existe.
Cabe recordar que desde su primera actualización la AUH acumula ya un 72% de aumento, incremento que se ubica por sobre el nivel inflacionario observado en los últimos tres años, medido por índices oficiales o privados.
La cobertura sobre 1,8 millones de familias que brinda la AUH se incremento este año un 25,9%, la transferencia por hogar beneficiario es hoy de $680 promedio, el equivalente a 120 dólares promedio mensuales.
Desde el punto de vista del incremento del consumo, el aumento de 70 pesos por beneficio o $140 por familia respecto del monto anterior representan 5.000 millones de pesos adicionales, direccionados a la compra de alimentos y bebidas casi en su totalidad.
Con esta actualización, los niveles de indigencia -la línea del hambre- son los menores observados desde la recuperación democrática, y se ubican en torno del 2,7% de la población, cuando en mayo de 2003, tras el experimento neoliberal, la indigencia afectaba al 27,6% de los argentinos.
En otras palabras, desde mayo de 2003 hasta hoy, durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner dejaron la indigencia once millones de argentinos, equivalentes a la población de Córdoba, Santa Fe, Capital Federal y Tucumán, sumadas.
En este contexto de tan notable de superación de la indigencia y recomposición paulatina de los ingresos de las familias más vulnerables, frente al gran volumen político electoral de la presidenta Cristina Kirchner -quien obtuviera en las elecciones de octubre casi 12 millones de votos y la más grande diferencia respecto de la segunda fuerza que obtuvo solo el 17% de los votos (el más bajo registro de la historia electoral para una segunda opción)- en este preciso momento insistimos, se intenta reeditar el escenario de saqueos a supermercados típico de los días de hambre generalizado tras la salida de la convertibilidad en el año 2001.
Desde mayo de 2003 hasta hoy, durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner dejaron la indigencia once millones de argentinos, equivalentes a la población de Córdoba, Santa Fe, Capital Federal y Tucumán, sumadas.
Se trata de un disparate absoluto, carente de condiciones sociales y políticas para ser sospechados siquiera de genuina expresión del descontento social y aparece entonces como lo que en realidad es: Otro componente de la operación “cambio de clima”, respecto del muy favorable al oficialismo que se instalara en el país a partir de octubre de 2011.
La mejor caracterización de los saqueadores la dieron los intendentes del conurbano bonaerense, en cuyos distritos se concentró el 80% de los arrebatos, cuando en conjunto advirtieron que"están organizados", y catalogaron de simples “ladrones” a quienes estaban al frente de los incidentes en puertas de supermercados.
Tan grosera maniobra, lejos de perjudicar al Gobierno Nacional lo fortalece en términos relativos, pues hunde aún más a la oposición política, que lejos de elaborar una propuesta socioeconómica superadora a la del oficialismo, en el mejor de los casos comenta los bochornosos saqueos de la abundancia a la manera de malos editorialistas de medios opositores o, en muchos casos, los promueve de manera irresponsable.
Mejoró jubilaciones y pensiones, convenciones colectivas y planes sociales por sobre el nivel inflacionario, según lo miden organismos públicos o privados.
Sostuvo el consumo interno sin variaciones respecto del año 2011, a punto que la recaudación creció un 27%, mientras “contra los augurios de default técnico”, pagó sus compromisos en tiempo y forma, y la deuda pública en moneda extranjera con privados alcanza al 9,1% del PBI, la más baja proporción en la serie de desendeudamiento iniciada en el año 2005.
Pero estas mejoras socioeconómicas globales también tienen correlato específico en los segmentos más vulnerables.
Al respecto, Juan Carr, responsable de Red Solidaria, observa que: “En 1980 entré a la Universidad de Buenos Aires (UBA) con el objetivo de trabajar en la producción de alimentos para los más postergados. Desde entonces vengo monitoreando el hambre y puedo decir que es el momento de nuestra historia como país en que a menos argentinos les falta la comida; es el momento en que menos hambre hay en nuestro país”.
Bernardo Kliksberg, asesor principal de Naciones Unidas en temas de pobreza y desigualdad, consideró que el programa de Asignación Universal por Hijo (AUH), implementado en el país desde fines del 2009, "es la mayor inversión en política social que se haya hecho en política internacional" (http://www.elliberal.com.ar/ampliada.php?ID=18233).
Adicionalmente, la cobertura sobre 1,8 millones de familias que brinda la AUH se incremento este año un 25,9%, la transferencia por hogar beneficiario es hoy de $680 promedio, el equivalente a 120 dólares promedio mensuales, con lo que se consigue la mayor transferencia de ingresos y el mayor poder adquisitivo del beneficio desde que la Asignación Universal existe.
Cabe recordar que desde su primera actualización la AUH acumula ya un 72% de aumento, incremento que se ubica por sobre el nivel inflacionario observado en los últimos tres años, medido por índices oficiales o privados.
La cobertura sobre 1,8 millones de familias que brinda la AUH se incremento este año un 25,9%, la transferencia por hogar beneficiario es hoy de $680 promedio, el equivalente a 120 dólares promedio mensuales.
Desde el punto de vista del incremento del consumo, el aumento de 70 pesos por beneficio o $140 por familia respecto del monto anterior representan 5.000 millones de pesos adicionales, direccionados a la compra de alimentos y bebidas casi en su totalidad.
Con esta actualización, los niveles de indigencia -la línea del hambre- son los menores observados desde la recuperación democrática, y se ubican en torno del 2,7% de la población, cuando en mayo de 2003, tras el experimento neoliberal, la indigencia afectaba al 27,6% de los argentinos.
En otras palabras, desde mayo de 2003 hasta hoy, durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner dejaron la indigencia once millones de argentinos, equivalentes a la población de Córdoba, Santa Fe, Capital Federal y Tucumán, sumadas.
En este contexto de tan notable de superación de la indigencia y recomposición paulatina de los ingresos de las familias más vulnerables, frente al gran volumen político electoral de la presidenta Cristina Kirchner -quien obtuviera en las elecciones de octubre casi 12 millones de votos y la más grande diferencia respecto de la segunda fuerza que obtuvo solo el 17% de los votos (el más bajo registro de la historia electoral para una segunda opción)- en este preciso momento insistimos, se intenta reeditar el escenario de saqueos a supermercados típico de los días de hambre generalizado tras la salida de la convertibilidad en el año 2001.
Desde mayo de 2003 hasta hoy, durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner dejaron la indigencia once millones de argentinos, equivalentes a la población de Córdoba, Santa Fe, Capital Federal y Tucumán, sumadas.
Se trata de un disparate absoluto, carente de condiciones sociales y políticas para ser sospechados siquiera de genuina expresión del descontento social y aparece entonces como lo que en realidad es: Otro componente de la operación “cambio de clima”, respecto del muy favorable al oficialismo que se instalara en el país a partir de octubre de 2011.
La mejor caracterización de los saqueadores la dieron los intendentes del conurbano bonaerense, en cuyos distritos se concentró el 80% de los arrebatos, cuando en conjunto advirtieron que"están organizados", y catalogaron de simples “ladrones” a quienes estaban al frente de los incidentes en puertas de supermercados.
Tan grosera maniobra, lejos de perjudicar al Gobierno Nacional lo fortalece en términos relativos, pues hunde aún más a la oposición política, que lejos de elaborar una propuesta socioeconómica superadora a la del oficialismo, en el mejor de los casos comenta los bochornosos saqueos de la abundancia a la manera de malos editorialistas de medios opositores o, en muchos casos, los promueve de manera irresponsable.
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