Meditación Qi gong |
Así lo señala un estudio realizado por investigadores del Medical College de Wisconsin, en Estados Unidos, en colaboración con el Instituto de Medicina Natural y Prevención de la Maharishi University of Management (MUM). Sus resultados se publicaron en la edición 'on line' de 'Archives of Internal Medicine'.
Este ensayo clínico, que se desarrolló durante nueve años, siguió la evolución de un total de 201 pacientes afroamericanos, con una edad media de 59 años de edad y cuyas arterias se habían estrechado.
Estos participantes fueron divididos en dos grupos: uno que practicó técnicas de meditación trascendental y otro que recibió clases de educación en salud sobre los factores de riesgo tradicionales para sufrir eventos cardíacos, como dieta o ejercicio.
Según el director del Instituto de Medicina Natural y prevención de la MUM, Robert Schneider, estos resultados son los efectos más fuertes documentados que se producen por una intervención cuerpo-mente en relación con las patologías cardiovasculares.
"El efecto ha resultado ser tan grande o mayor que el de los tratamientos farmacológicos para enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, estos pacientes continúan aún tomando tratamientos estándar, pese a que este efecto le supera", apunta Schneider.
Para el profesor de Medicina Theodore Kotchen, coautor de este estudio, "en los hombres y mujeres afroamericanos con enfermedades cardíacas, la meditación trascendental --una técnica para reducir el estrés-- reduce la probabilidad de morir, de sufrir infartos de miocardio no mortales e ictus no mortales en un 47 por ciento".
"Al mismo tiempo, los participantes en este estudio mantuvieron su medicación normal para controlar los factores de riesgo cardiovascular, incluidos los agentes antihipertensión y la medicación para bajar los lípidos", explica Kotchen.
"En consecuencia --apunta-- la meditación debería ser considerada como un complemento, no como un sustitutivo, para la medicación normal. Aunque provocadoras, estas observaciones deberán confirmarse con otra población de pacientes". Los autores de este trabajo realizaron más análisis en dos subgrupos: uno formado por los pacientes que presentaba un alto cumplimiento de los programas de medicación y otro con los mayores niveles de estrés. Descubrieron que los pacientes que mejor seguían su tratamiento presentaban una reducción de la tasa de muerte, infarto e ictus incluso mayor (66%), mientras que el subgrupo de personas con mayores tasas de estrés presentó una reducción del 64 por ciento.
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