Criticado por generar niños consentidos y dependientes y decir que la edad normal del destete puede llegar hasta los 7 años, defiende la llamada "crianza con apego" y el instinto materno para saber qué hacer en cada momento. Por Lucía Alvarez
En España es un fenómeno. Desde la publicación de Bésame mucho, todos sus libros se han vuelto best sellers. Su defensa de la crianza con apego, la lactancia y el instinto materno cuestionó de raíz los mandatos sobre la necesidad de que los niños duerman solos o aprendan a “comer de todo”. Pero también es blanco de feroces críticas por promover un modelo de familia conservador y niños consentidos. Y por sostener, por ejemplo, que "la edad normal del destete debe estar entre los dos años y medio y los siete". El pediatra español Carlos González llegó al país invitado por la Asociación Civil Develar y, en diálogo con Tiempo Argentino, aseguró que lo mejor es dejarse llevar por el sentido común.
–¿Qué es una crianza con apego?
–Se basa en el disfrute de cuidar a un hijo. Mi experiencia como pediatra me mostraba que a muchas familias alguien les había prohibido cosas, les había dicho que es malo meterlos en la cama o levantarlos cuando lloran, porque se crean niños dependientes. ¿Es mejor que se acostumbren a llorar? Lo divertido no es prepararle la comida o lavarle la ropa. Lo mejor es leer un cuento, jugar o dormir con ellos.
-¿Cómo se ponen límites?
–Yo no dejo llorar a mis hijos, ese es un límite. Yo no les pego, ni los ridiculizo, ni los maltrato. Todos los padres saben qué hacer, qué tienen que permitir y qué no.
–¿Cuáles son las principales preocupaciones de los padres?
–Que el niño no come, no duerme, que no se corresponde con el niño ideal. Se dice que algunas cosas van a traer consecuencias a largo plazo. Yo no digo que no hay que dejarlos llorar; yo digo: tómalo en brazos, cuéntale un cuento, porque es lo más bonito de la vida. No por el futuro, por el ahora.
–Este modelo de crianza lleva tiempo, ¿hay que quitárselo al trabajo?
–Replanteárselo. Tienes que elegir estar con tu hijo o no. Que no vendan falsos milagros. Se necesita que haya alguien a la salida del colegio, en el período de vacaciones. Ahora en España tenemos 6 millones de desocupados y todo sigue funcionando.
–¿Este modelo puede aplicarse universalmente?
–No son las madres pobres las que van a la guardería. Una madre pobre en el Congo lo lleva a todas partes. Se trata de dejar de trabajar un año y medio. En Chile acaban de conseguir los seis meses de licencia; en Suecia es de un año.
–Entonces, ¿la buena crianza es un problema de políticas públicas?
–Sí, y también un tema de prioridades. Mucha gente no tiene dólares para irse de vacaciones porque decidió gastárselos en ir a la cancha. Si un niño se pone a llorar a la madrugada, se dice que la mamá está esclavizada. Pero si tiene que entrar a trabajar, nadie dice eso. La retórica del trabajo la escribieron mujeres escritoras, médicas. Pero en la mayoría de los casos, las personas no se realizan con sus trabajos.
–¿No se vuelve así a una idea de mujer en la casa, criando hijos?
–¿Por qué hablamos de aspiraciones laborales y madres condicionadas? Depende de sus preferencias. Al principio va a estar más la madre, porque es la que da el pecho. Pero luego no hace falta. Lo importante es que cada quien pueda elegir. Lo segundo es que, si no quieres cuidar a un hijo, no hace falta. Hoy en día hay muchos medios para no tenerlos. (Tiempo Argentino)
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